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En Venezuela, desde hace un tiempo se ha venido conociendo de una clase de políticos, el convencional, el de grandes discursos y pocos logros, el que habla mucho y poco hace, el que siempre realiza promesas y nunca las cumple. El tradicional demagogo que en sus palabras solo hay falacias populares que buscan enamorar la vista y el oído de los votantes que al final son los más perjudicados. Claro, hay sus excepciones, no todos son así, pero, su inmensa mayoría se ha caracterizado por eso, y lamentablemente esta mayoría es la que con frecuencia ha ostentado el poder solo para lucrarse de la republica a través del desfalco de sus riquezas.

Frente a esta clase de políticos que mi generación conoce (de los años 95 en adelante) se ha alzado un gran grupo de jóvenes venezolanos para cambiar la visión de la política en el país ya que por culpa de los políticos de la cual se hizo mención se ha satanizado de forma tal la política que algunos la aborrecen.

El joven venezolano que actualmente hace política es completamente distinto al de muchos años, el chamo político de estos tiempos ha padecido (en su mayoría) las consecuencias de la corrupción, el crimen y la aplicación de ideologías erróneas como el socialismo, han tenido que cargar agua, cocinar a leña o esforzarse de más para conseguir gas, no ha tenido luz en gran parte del día, no tiene internet fijo, algunos incluso van a clases sin desayunar, etc.

Ejercer la política a estas edades en Venezuela no es fácil, muchos han tenido que sacrificar tiempo, dinero y oportunidades y no es un rencor o una recriminación escribir sobre el sacrificio de estos jóvenes porque ha sido una decisión propia, lo hacemos porque queremos, porque nos nace, porque ejercer esto con una nueva visión frente a un régimen criminal no es fácil, pero es satisfactorio ver como las ideas innovadoras de libertad calan más y más en la gente (adolescentes y adultos). En muchos hay un sentimiento innato de lucha, de querer cambiar la realidad de nuestro país ya que inclusive rechazamos hacer otras cosas porque sentimos que es nuestro deber desempeñar esta labor por Venezuela.

Y no, no lo hacemos pensando en lucrarnos porque estamos viviendo en nuestra piel las consecuencias de estas prácticas, muchos queremos ejercer lo que estudiamos y otros poco a poco van creciendo con sus emprendimientos porque hemos entendido que es mejor tener un cargo público siendo un profesional con ingresos ocasionados por nuestro trabajo y negocio legítimo que tener un cargo público sin preparación ni estabilidad económica.

Yo creo en esta nueva generación, creo en los chamos que a pesar de soportar lo que vivimos aún salimos a las calles a estudiar, trabajar y practicar este trabajo.

A los jóvenes les escribo, queda en nuestras manos el verdadero cambio y transformación para que Venezuela sea una tierra de gracia, llena de prosperidad, seguridad y trabajo. Es nuestro deber darle un cambio a nuestro país y es nuestro compromiso hacer que este cambio sea constante y duradero.

Venezuela cuenta con jóvenes que la aman, que luchan por ella y la quieren ver en las mejores condiciones.