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En mi corta edad, nunca pasó por mi cabeza ejercer la política desde un partido, entendiendo que todo ejercicio ciudadano es político. Incluso la rechazaba y la repudiaba, era uno más de los que decía “la política es mala, es sucia, la política es para los corruptos, ser político es sinónimo de malicia y viveza”.

La realidad es que me imaginaba en todas las profesiones del mundo menos preparándome para servir a la ciudadanía desde una organización político partidista. Y parto de ahí por el mal concepto que tenemos de la política, pero la realidad es que es todo lo contrario.

Ser político es ser un servidor, es tener vocación para poner los intereses de la sociedad por encima de tus intereses personales. Es todo un apostolado para el que no solamente basta despertar un día y decir “quiero ser político” sino que requiere de un amplio conocimiento, gran formación y valores innegociables.

En medio de la catástrofe que vivimos en Venezuela y frente a una tiranía criminal hemos visto cómo muchas caretas se han caído, muchos de los que creíamos buenos y a quienes apostábamos nos han terminado decepcionando y tantos otros que han terminado vendiéndose por mantener sus intereses personales y su “estabilidad” han terminado retrasando claramente la lucha que por años hemos llevado, la lucha de la libertad.

Y esto mismo es consecuencia del pensar que ser político es para los malos, para los vivos, para los corruptos. ¿Qué pasa si le dejamos la política a los corruptos, los deshonestos y los malos? Claramente se aprovecharán de eso porque es su naturaleza, pero ¿que pasaría si la gente decente ejerce la política? Tendríamos un ejercicio de honestidad, claridad, transparencia y de trabajo.

Hemos arrastrado por años estos vicios que nos han traído hasta aquí y eso hay que reconocerlo. El populismo, los cogollos, la viveza criolla solo conduce a una política de corruptos y deshonestos, es por eso que los verdaderos políticos cuando tomamos como decisión de vida ejercer la política con ética, sirviendo a los ciudadanos, hacemos un matrimonio con ellos.

Los verdaderos políticos nos casamos con una ciudadanía que demanda transparencia, firmeza, solvencia moral, claridad, formación y vocación de servicio.

Es hora de levantar a Venezuela, es hora de reconocer el gran error de dejarle la política a los sucios y rectificarlo con la gente decente, que cumpla con estos valores y que tome las riendas de sus vidas y decidan trabajar para servir a un país que demanda una transformación integral, pasando no solo por las instituciones sino por la moral de la sociedad, porque somos nosotros, los ciudadanos, los que construiremos este país desde cero.

Frente a un país arrasado, somos nosotros, con nuestras ideas, nuestros proyectos, nuestras visiones que construiremos el país que queremos, merecemos, soñamos y anhelamos y que nunca en nuestra historia hemos tenido.

El ejercicio de la ciudadanía, es el ejercicio de la libertad.

José Ricardo Quijada
Coordinador de Comunicaciones de Vente Venezuela en el estado Guárico.