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El país está escandalizado por la decisión atroz de aquellos que despachan desde Miraflores de negar el acceso al territorio nacional de las vacunas gestionadas a través del programa Covax; una posición que además de sectaria, estaría condenando a muchísimos venezolanos que en este momento están en peligro de contraer la enfermedad e incluso de fallecer.

La actitud de quienes tienen el poder, expone su total desapego con el venezolano de a pie; sí, quienes despachan desde Miraflores, Fuerte Tiuna, la Casa Amarilla o cualquier Ministerio del país no tienen ni idea de lo que ocurre en la Venezuela real, ese país que se les escapa de las manos y que está fuera de sus reales intereses.

Mientras le cierran la posibilidad de entrada a las vacunas al país – por el simple hecho de ser gestionadas por la transición – por el otro lado centenares de pacientes se agolpan en los centros de salud; mientras los enchufados se inmunizan con la vacuna rusa, millones de venezolanos están expuestos y vulnerables, decenas de miles están a merced del virus chino.

Una cosa es lo que piensa el ministro, con sus dos dosis de la Sputnik V, y otra la que piensa una madre en Valle Verde – en zona alta de Puerto La Cruz –; una cosa es lo que piensa Nicolás Maduro, resguardado y con la capacidad de protegerse del virus asiático, y otra totalmente opuesta piensan los médicos que luchan por la vida de sus pacientes sin insumos y sin equipos de bioseguridad.

Los poderosos – con sus tapabocas rojos y con estrellas blancas – pueden darse el lujo de impedir que pasen al país las vacunas, sin embargo millones de venezolanos, que ni agua tienen para cumplir con los protocolos de bioseguridad, saben que si no llegan las vacunas a tiempo la tragedia que nos espera será de niveles increíbles y espantosos.

Mientras Maduro dice: “no pasarán”… La cifra – por lo menos la oficial – de contagiados va disparada a alcanzar los 200 mil casos; mientras Maduro sigue hablando de sus “gotas milagrosas” el Coronavirus se abre paso y está enlutando a miles de familias de toda clase social y de toda posición política.

Sin duda, la decisión de boicotear el ingreso de las vacuna, es un acto criminal y más en un país donde no funcionan los servicios públicos; en un país donde ni oxígeno hay en los hospitales, en un país donde los médicos tienen que pelear diariamente para que los doten de tapabocas y guantes quirúrgicos.

Además, es nefasto que el Estado priorice la compra de vacunas cubanas sin certificación y sin experimentación, exponiendo a los venezolanos como un experimento científico y arriesgando la vida de miles  – tal vez, millones – de ciudadanos en todo el país.

Y mientras los enchufados obstaculizan la inmunización de los venezolanos, tienen el descaro de salir a criticar como otros países gestionan la crisis, elevándose a sí mismos como “ejemplo”… Y qué mal ejemplo son y siempre serán.

¡Ven, toma mi mano. Vamos unidos!

 

@AstridSilvestri