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Las actividades criminales de grupos irregulares en las fronteras de Apure, con saldo de varios fallecidos, heridos oficiales del ejército venezolano y ataques a instalaciones venezolanas por parte de grupos irregulares de la FARC que concluyeron con el desplazamiento forzado de miles de venezolanos a Colombia; las de Bolívar donde efectivos del ELN asesinaron a una pareja de educadores, secuestraron a un dirigente oficialista y asesinaron a su escolta; más los frecuentes enfrentamientos entre bandas criminales contra cuerpos policiales en Caracas, son señales muy preocupantes del estado de la democracia en nuestro país.

De acuerdo a la más reciente evaluación presentada por la Unidad de Inteligencia de The Economist, en el “Índice de Democracia 2020”, en el informe que presenta anualmente para mostrar el estado de las democracias en el mundo, los despojos de nuestra democracia nos ubican como una de las 25 peores del mundo. Somos el país menos democrático de las Américas, nuestra puntuación general es de 2.76 sobre 10. Hasta Cuba con una puntuación de 2.84 y Nicaragua con 3.60, están mejor evaluadas que nosotros. De hecho el régimen venezolano ya es reconocido como autoritario, por lo tanto no es democrático.

Este índice compara varios indicadores, en base a una puntuación de 10,00 puntos, cualquier evaluación que reciba una puntuación por debajo de los 6,00 puntos podemos considerarla como reprobada, en nuestro caso, no pasamos el escrutinio de ninguno de los indicadores. El primero en ser presentado es el de los procesos electorales y pluralismo, aquí nos evalúan con la peor evaluación posible: 0,00; el funcionamiento del gobierno es evaluado con un: 1,79; la participación política venezolana es la mejor puntuada con: 5,00; en cuanto a cultura política nos colocan: 4,38; y el último componente del índice es el de libertades civiles que obtuvimos: 2,65. Nuestra puntuación general se ha venido deteriorando desde hace varios años, pero se aceleró a partir de las elecciones legislativas para elegir a los diputados a la Asamblea Nacional en Diciembre del 2015. Este 2020 terminamos con 2,76, en comparación con el 5,18 obtenido en 2010.

La percepción del fracaso de los gobiernos y los sistemas políticos para abordar las demandas ciudadanas ha contribuido al aumento de la participación política en toda la región. Recordemos como durante 2019, decenas de miles de personas salieron a las calles para protestar y exigir cambios; tendencia ésta que se revirtió, debido a que la pandemia del Coronavirus provocó menos protestas en 2020, pero el germen por el descontento sigue yacente allí, para ser aprovechado maliciosamente por los enemigos de la libertad, donde nuevamente Venezuela, a través de sus aliados en la región agrupados en el foro de Sao Paulo y más recientemente en el grupo de Puebla, frecuentemente son señalados de generar acciones para debilitar el piso democrático de los países del continente.

La democracia es mucho más que elecciones, y esto se comprueba al evidenciar que el desempeño o funcionalidad de los gobiernos es también un componente que contribuye a la degradación democrática de los países. Venezuela lidera los índices de corrupción y de violencia, esto afecta la gobernanza y eleva los niveles de insatisfacción de las personas, lo cual termina por socavar la confianza en las instituciones políticas y en la percepción de las democracias. Esto alimenta el círculo vicioso que dio origen a la proliferación de gobiernos autoritarios y antidemocráticos. Los líderes democráticos deben tener esto en consideración y ponderar la responsabilidad que reposan sobre sus hombros para contribuir a recuperar la libertad y democracia del país.

No obstante, a pesar del creciente autoritarismo de Venezuela, sumado al deterioro de las democracias de la región, America latina, se conserva aún como el mercado emergente más democrático del mundo. Los índices de procesos electorales y pluralismo, así como la pérdida de libertades civiles, son dos de los elementos evaluados a los que se les atribuye mayor peso para incidir en el deterioro de las democracias del hemisferio. Y no cabe duda alguna que Venezuela ha sido el país donde estos dos indicadores han caído estrepitosamente, esto afecta la evaluación general de la región, pero ademas, evidencia la amenaza real e inminente que representan para las democracias del continente el régimen antidemocrático venezolano, y sus aliados ideológicos (Cuba y Nicaragua) en caso de lograr mantenerse mucho mas tiempo en la región, esto significará la extinción de la democracia en Venezuela. Desestimar esta realidad puede traer como consecuencia la degradación y eventual pérdida de las democracias de las Américas y luego la consolidación de los regímenes antidemocráticos que amenazan la paz y prosperidad de los países. Esto es un problema de vital importancia, tanto ciudadanos como gobernantes estamos obligados a entender que no hay mucho más tiempo que perder, luego será demasiado tarde.