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“Sin duda alguna de la epopeya queda la ficción del siglo XXI, parece no existir ninguna coincidencia en el bicentenario”.

El 24 de junio de 1821, en el “Campo de Carabobo” se termina por sellar la victoria patriota cuarenta y cinco minutos luego de haber comenzado una cruenta batalla donde quedarían martirizados Manuel Cedeño, Pedro Camejo (negro primero), y Ambrosio Plaza, entre los más destacable del lado patriota. Esta victoria asegura la independencia de Venezuela que se culmina en el lago de Maracaibo con la batalla naval (1823).

Estratégicamente significó una liberación de Caracas, posteriormente sería considerada la batalla decisiva para la expulsión de las últimas tropas que podrían significar un grave peligro para la República. El comandante realista Miguel de la Torre y Pando, I Conde de Torrepando, es el enviado por parte de la Corona Española para una expedición encargada de sofocar la rebelión, sin ningún éxito en esta batalla y que daría por terminada dos años luego.

La estrategia militar patriota consistió en modificar la marcha por la derecha y se dirigieran al flanco derecho realista, el cual estaba descubierto; es decir, Bolívar concibió una maniobra tendiente a desbordar el ala izquierda enemiga, operación ejecutada por las divisiones de Páez y Cedeño, en tanto que la división de Plaza seguía por el camino hacia el centro de la posición de ataque, esto luego de que desde el cerro Buenavista, Bolívar entendiera que desde el frente y sur era difícil causar daño a las tropas realista.

Al darse cuenta La Torre de la maniobra, ordenó al batallón Burgos que marchase al norte a ocupar la altura hacia el Bravos de Apure, cabeza de la primera división, el cual después de cruzar el riachuelo de Carabobo, trataba de escalar la pendiente que lo llevaría a la parte plana de la sabana. Tan violento fue el contraataque del Burgos, que el Bravos de Apure tuvo que replegarse por dos veces. La situación cambió cuando una unidad que lo seguía, el batallón Cazadores Británicos, se enfrentó y lo obligó a retroceder.

Luego de diversas maniobras el flanco derecho del ejercito realista se retira; Como último recurso, La Torre le ordenó al regimiento de los Lanceros del Rey que atacara a la caballería Grancolombiana, pero esta unidad no sólo desobedeció la orden, sino que huyó ante la embestida de las fuerzas de Bolívar. Al entrar la batalla en su fase final, el 1.º de Valencey forma cuadro y comienza a retirarse, los rebeldes iniciaron una tenaz persecución del ejército leal, la cual fue llevada a cabo hasta Valencia, culminando la Batalla.

Para trasladar la muy heróica gallardía del ejército patriota hacia lo que es hoy la Fuerza Armada Nacional, no sólo es difícil observarlo sino que es hasta distopico una comparación que no sea risible ante los hechos del presente: la entrega del poder a un régimen de dudosa legitimidad, con fines criminales, ahogados en el estatismo parasitario, entregando la soberanía nacional a potencias extranjeras y cediendo porciones de territorio a grupos armados ligados al narcotráfico y secuestro en la frontera, violando la carta de las Naciones Unidas y cualquier convenio ratificado en materia de Derechos Humanos, en un país que aparentemente no se encuentra en guerra sino consigo mismo y su forma de entender el mundo obviando que su proyecto político fracasó en la caída del muro de Berlín y que hoy día solo repite una historia que los venezolanos no debimos vivir jamás.

Ante los valores que impulsaron a Simón Bolívar, José Antonio Páez, Manuel Cedeño, Santiago Mariño, José Francisco Bermúdez, Pedro Camejo (Negro Primero) y Cruz Carrillo en la batalla de Carabobo, tenemos hoy día ante las eventualidades de este siglo a Nicolás Maduro, Vladimir padrino López, Jorge Arreaza, Delcy Rodriguez, Diosdado Cabello, Remigio Ceballos y Nicolas Maduro Guerra, para algunos podría ser graciosa esta comparación, pero realmente es vergonzoso, alarmante, abominable y ominoso.

Para muestra solo un botón; en la frontera del Estado Apure, existen bajo total impunidad grupos armados que decretan toque de queda, que vigilan por una seguridad posible en los municipios que controlan y donde la moneda de circulación es una extranjera, todo ante la violencia, que como monopolio lo tienen bandas criminales, queda entender que de Carabobo solo quedó un Estado fallido que no es una consecuencia sino una realidad de la libertad de la ignorancia, la falta de moral y luces de una sociedad podrida.

Arturo Uslar Pietri muy seguramente fuese dicho que “la eternidad es esta permanencia de ayeres sin mañana en la memoria”. Ante tales afirmaciones, espero que en la mañana esta distopica de la realidad venezolana sea solo un cuento. A lo que Francisco Herrera Luke responde “lo que es verdad, no puede ser cuento”.

 

Coordinador de formación de Vente Joven Portuguesa

@gaboxeduardo