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Ayer fue el Día de la Madres, y muchas de las venezolanas lo vivieron extrañando a sus hijos y a sus nietos que tuvieron que emigrar; muchas venezolanos lo pasaron llevándole flores a sus hijos, víctimas de la violencia y de la represión.

Las madres de Venezuela no solo se sacrifican –como lo hacen en todas partes– sino que se inmolan en medio de una caótica situación como la que se vive en nuestro país.

Las madres venezolanas son heroínas. Sí, lo son.

Son heroínas que logran alimentar a sus hijos en medio de una terrible crisis económica; heroínas que protegen a su familia a pesar de la inflación y en medio de una pandemia que pareciera que no tiene fin.

Las madres venezolanas son símbolos de resistencia, de bravura y de un amor que no tiene igual. Ellas –con fuerza y mucha fe– han demostrado que son una energía incontenible que puede superar todo los obstáculos y cualquier acción que trate de detenerlas.

Ellas han marchado, han protestado, han votado, se han rebelado cívica y democráticamente en contra de un modelo que la reprime, que la humilla y que le hace daño, al agredir a sus hijos y a su familia. Por eso, la inmensa mayoría de las madres de este país rechazan el sistema y libran una lucha diaria por una vida mejor.

La opresión del socialismo es el peor enemigo de una madre; pues, este modelo cercena la libertad de sus hijos, trata de arrebatarle su papel como guía y protectora, y aún peor, es la causa de “adioses” que los separan por años. Es decir, una madre que ame a sus hijos no puede ser socialista, ni puede apoyar a los socialistas.

Y, es por esta razón que las mujeres que tienen hijos -y aquellas que quieran tener su familia- no pueden quedarse de brazos cruzados, mientras los mismos de siempre siguen cortándole las posibilidades a ellas mismas y a las próximas generaciones; no pueden quedarse estáticas mientras un puñado de bandidos prosiguen en su afán de destruir el porvenir de todos.

La mujer venezolana tiene sus ovarios bien puestos; la mujer venezolana no se quedará prisionera de ilusiones o de promesas incumplidas, nosotras luchamos, nosotras no nos doblegaremos jamás ante aquellos que son los causantes de todos los males de Venezuela.

La madre venezolana por sus hijos, por su familia, por su hogar, está dispuesta a levantarse y luchar hasta con los dientes por un mañana mejor; la madre venezolana no se rinde –ni se rendirá– porque por los suyos está preparada para hacer lo que sea y cómo sea.

Le ha sido imposible, a aquellos que se niegan a ceder el poder, someter a la mujer venezolana. La han agredido, vilipendiado, humillado, chantajeado, incluso han pretendido sobornarla con bonos de hambre, y sin embargo el amor de una madre hacia y por los suyos es más poderoso, es inquebrantable.

Por su dignidad, por su fuerza, por su amor, por su energía, hoy – todos los venezolanos – nos podemos sentir orgullosos de las madres que tenemos. Y hoy, con vivo sentimiento, quiero enviarle un beso a cada una de esas mujeres que resisten y avanzan por el futuro de todos aquellos que aman.

¡Dios bendiga a nuestras madres!

¡Dios cuide a nuestras mujeres luchadoras!

@AstridSilvestri