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Una campana es un instrumento sonoro constituido por un recipiente hueco en forma de copa o vaso invertidos, generalmente de metal, que suena al ser golpeado por una pieza que cuelga en su interior o por un martillo exterior. Todo empeño que se emplee para hacer sonar una campana de goma será inútil, sería auto engañarse el pretender emular el sonido que produce otra de metal.

Que el régimen trate de engañarnos es natural, pero me resulta digno de interés, observar cómo algunas personas, muchas veces sólo ven lo que han decidido ver, pero no lo que resulta obvio y tienen al frente. En este caso, me refiero a la atropellada convocatoria a unas elecciones que sabemos no resolverán ninguno de los problemas que enfrentamos los venezolanos.

Me cuesta mucho trabajo entender la obsesión de algunos dirigentes políticos, por gobernaciones o alcaldías despojadas de recursos y de competencias. En esta oportunidad no solo por la imposición de funcionarios quienes usurpan el poder bajo la figura de “protectores”, quienes muchas veces ridiculizan a los funcionarios electos. Ahora refuerzan la amenaza para desmontar alcaldías y gobernaciones con la Ley de Ciudades Comunales, y la de Zonas Económicas Especiales, actualmente en discusión por la írrita Asamblea Nacional oficialista.

A quienes aspiran conquistar espacios por primera vez, les recomendaría evaluar las condiciones de las ciudades y estados gobernados por los adversarios del régimen a lo largo y ancho del país. Fíjense especialmente en la escasa identificación ciudadana con las gestiones de los alcaldes, concejales, gobernadores y diputados a los parlamentos legislativos de los estados donde se “ganaron espacios” para la oposición. ¿Saben lo que piensan los electores de su desempeño?, ¿qué problemas lograron resolver a los ciudadanos?.

Si se analiza a profundidad esta realidad, no es difícil llegar a la conclusión de que mientras Maduro y su régimen mantengan el control de poder en Venezuela, no será posible para alcaldes y gobernadores legislar o desempeñar una gestión medianamente eficiente. A pesar de todo ello, se niegan a ver esta realidad y a explorar e impulsar opciones alternativas para recuperar la democracia. No terminan de entender que sin libertad, la democracia no es posible. ¿Se engañan o tratan de engañarnos?

¿Cómo hacerlos entender que estamos en presencia de un régimen antidemocrático que no reconoce los triunfos de sus adversarios políticos, que sabotea sus gestiones? Me parece insólito que quienes abandonaron el compromiso asumido con los ciudadanos del país, derivados del plebiscito realizado el 16 de Julio del 2017, traicionando acuerdos alcanzados por “la unidad”, bajo la excusa de “no abandonar espacios”. Y que luego de “ganados” no han sabido defender la soberanía popular de quienes los eligieron. Se quebraron, hoy se muestran cansados sin ideas, pero sin embargo, ahora se presentan nuevamente, esta vez para aspirar la reelección. Parecieran ser rehenes de sus ambiciones, mientras simulan estar luchando contra un régimen al que no ofrecen resistencia u oposición, algunos alegan estar en la “lucha por una Venezuela libre y democrática”. Lo cual me hace preguntarme ¿cómo es esa lucha?, ¿que ha hecho para contribuir a recuperar la libertad?, cuando ni siquiera ha podido recuperar la policía municipal de su ciudad. Que difícil me resulta defenderlos, cuando sus acciones solo han servido para debilitar estrategias que buscan crear las condiciones para conformar y presentar una amenaza creíble para derrotar al mal.

En estos momentos podemos decir sin ambages, que las elecciones regionales no resolverán ninguno de los problemas que afectan a los venezolanos, no servirán para mejorar los problemas de infraestructura, el colapso de los servicios públicos, no mejorará el poder adquisitivo y condiciones de vida de los venezolanos y tampoco servirán para disuadir a los millones de venezolanos desplazados que han huido del socialismo, para que no se vayan o regresen a su tierra. Entendamos de una buena vez, que un gobernador o alcalde con Maduro en el poder es más inútil que una campana de goma.

Cuanta razón tiene Maria Corina Machado cuando señala que “no es posible detener el sufrimiento creciente de los venezolanos mientras el sistema de mafias continúe en el poder; por lo tanto, la cohabitación no es solo ética sino también políticamente inaceptable”.

No nos llamemos a engaño, no habrá democracia si antes no conquistamos la libertad y esta no nos caerá del cielo, como tampoco nos será concedida por el opresor. En este contexto es ingenuo pensar que unas elecciones írritas o sin condiciones suficientes, servirán para reconstruir nuestra democracia, mientras no logremos cambiar esa realidad, nos toca seguir trabajando, presionando y organizándonos hasta conquistarla.

@pgalvisve