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Un 13 de agosto de 1961 se construyó el Muro de Berlín, que durante la Guerra Fría impedía a los alemanes del este movilizarse al lado oeste. Durante 28 años los alemanes estuvieron divididos por culpa del comunismo; reencontrarse en familia o con amigos era prácticamente un delito. Una etapa de la historia que Alemania poco a poco ha ido superando.

Sin embargo ¿Existe alguna garantía de que el muro, aunque sea de manera abstracta, no se haya levantado en otro lugar?

Curiosamente, este 13 de agosto de 2021 inició un nuevo proceso de diálogo entre el régimen de Nicolás Maduro y algunos actores de oposición que encabeza Juan Guaidó -quien dice ser Gobierno Interino-, en México.

A la fecha se han celebrado al menos 13 mesas de dialogo con un régimen que busca principalmente el levantamiento de las sanciones, y una oposición que busca establecer condiciones electorales en un panorama más lleno de preguntas que de respuestas, o, en otros términos; un pacto de complicidades simbióticas.

Nicolás Maduro ha utilizado los mecanismos de dialogo a su favor en incontables ocasiones, todas con el mismo resultado; acuerdos que no se cumplen y una ciudadanía que paga cada vez más caro la ineptitud de quienes se adjudican una representación ilegitima con voluntades ultrajadas.

El memorando de entendimiento, como lo llamó la comisión del proceso, es cuando menos preocupante. En dicho documento existe un reconocimiento tácito al régimen como un gobierno legítimo, a pesar de haber cometido fraude en los comicios de mayo del año 2018, a pesar de estar acusado formalmente por ser autor y patrocinador de diversos delitos, a pesar de ser un régimen usurpador y confeso.

Parece también ignorar el último informe de la Corte Penal Internacional publicado el pasado 12 de agosto de 2021, donde se evidencia que Nicolás Maduro ha cometido crímenes de lesa humanidad -crímenes que no prescriben-, al menos desde el año 2017 en contra de ciudadanos jóvenes, hombres, mujeres y ancianos que exigían libertad, motivo por el cual se abrirá paso a una investigación formal.

Sin embargo, el punto más aterrador de este infame documento promotor de impunidades disfrazadas de conciliación, es el cinismo con el que se ignora cualquier mecanismo destinado a lograr la tan ansiada transición hacía la libertad. Sin temor alguno y expensas del sentir del venezolano; ellos hablan abiertamente de convivencia.

¿Será posible convivir con criminales y ladrones? ¿Podremos convivir con los asesinos de Neomar Lander, Pernalete y Óscar Pérez? ¿Cómo se convive con los que se roban las vacunas, medicinas y alimentos? ¿Por qué tenemos que convivir con los que le prohibieron a la niña Niurka un trasplante de órgano, y que con eso quizás pudo haberse salvado?

Pero, si profundizamos un poco más en el memorando, encontraremos lo que parece ser una crónica de muerte anunciada en política; la desaparición de la figura del Gobierno Interino, nótese que hablan estrictamente de «Plataforma Unitaria», pero no se menciona en ningún momento al Gobierno Interino, lo que nos lleva a preguntarnos ¿Quién es hoy Juan Guaidó entonces?

Después de todo lo descrito, usted, lector se preguntará ¿Qué tiene que ver la construcción del muro de Berlín con el diálogo en Venezuela?

Claramente son dos hechos que han ocurrido en países distintos, en continentes distintos, y en años distintos, aunque las fechas -13 de agosto- curiosamente coinciden. Hace más de 30 años que el muro de Berlín, de manera tangible cayó, no obstante, me atrevería a decir que son muchas las acciones de regímenes dictatoriales que buscan levantarlo, aún en formas diferentes.

Hoy día no se necesita construir un muro cuando puedes cerrar fronteras o negarle el pasaporte a los ciudadanos; no se necesita un muro para dividir a las familias cuando los sistemas socialistas, hambreadores y empobrecedores te obligan a buscar oportunidades en otras fronteras.

Quien necesita construir un muro con ladrillos cuando puedes usar métodos como procesos de diálogos y elecciones para dividir a la ciudadanía, socavar el pluralismo político, asesinar, amenazar y encarcelar al que intente rebelarse atendiendo a su legítimo derecho en reclamo de su libertad. ¿Entonces en qué se parece el Muro de Berlín con el nuevo Diálogo de Venezuela? En qué, aunque los métodos sean distintos, su objetivo sigue siendo el mismo: obstaculizar el camino hacia la libertad.

Venezuela sabe que no puede ni debe rendirse o entregarse, es necesario crear una ruta real que nos lleve a la ruptura total de este muro llamado Socialismo del siglo XXI, liderado por el narcotirano de Maduro y su cúpula.

Existen muros más peligrosos que los que se levantan con ladrillos, y son aquellos que se edifican con los lamentos de los ciudadanos que perecen en las manos asesinas de los regímenes comunistas. Existen muros más eficaces y mucho más letales que los que se muestran a la luz de nuestros ojos, a esos muros me gusta llamarlos “complicidad”, “avaricia”, “corrupción” y “socialismo”. Hay que derribarlos.