Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Bien conocido es el dicho al pueblo, pan y circo, que muy probablemente todos hemos escuchado alguna vez y que, de hecho, se generó entre los gobernantes de la Antigua Roma: «panem et circenses precisamente porque acostumbraban ofrecerlo al pueblo a cambio de obediencia, de su confianza y sobre todo de mantenerse alejados de los asuntos que preferían conservar dentro del círculo político. La frase «pan y circo» fue traida de la Satira X de Juvenal, en la Antigua Roma y es conocida para referirse al entretenimiento del pueblo mientras padece sufrimiento. Esta denuncia del poeta Décimo Junio Juvenal decía puntualmente así. «Desde hace tiempo, exactamente desde que no tenemos a quien vender el voto, este pueblo ha perdido su interés para la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones en fin, todo, ahora deja hacer y solo desea con avidez dos cosas pan y juegos de circo». (Juvenal, Sátiras X, 77-81)

El pueblo romano había olvidado sus derechos y el deber de cuestionar a los políticos romanos que solo buscaban votos conquistando a muchos por medio del pan, con su populismo acrecentado. Esta práctica también fue usada por Julio Cesar, compartiendo trigo barato o gratis, por Nerón, Aureliano y muchos emperadores romanos, que también repartían pan interesadamente y realizaban juegos y combates de gladiadores para mantener al pueblo distraído de sus problemas cotidianos.

Pero volvamos a la realidad actual de nuestro país, para observar que nada de esto ha cambiado y que algunos políticos no han hecho más que copiar las conductas aprendidas de las épocas antiguas y ni siquiera hicieron un esfuerzo por inventar sus propias estrategias. Así vemos fiestas por doquier, reparto de sobras y migajas, políticos que aunque es evidente la procedencia de su riqueza se hacen pasar por humildes servidores en el día y por la noche hacen fiestas dignas de principes y reyes, aqui en nuestro llano bailan joropo en alpargatas con viejitas de los barrios y luego se suben a sus camionetotas compradas con su sueldo de diputado, gobernador o de cualquier cargo público. Otros, exaltan las fiestas de pueblos y las muestran como esa visión de que Venezuela se arregló, o lo hacen ver como una versión moderna de la saga «Los Juegos del Hambre» para esconder que aunque ya no hay emperadores, aún hay tiranos y más de dos mil años después, la máxima del poeta Juvenal está vivita y coleando en las calles y avenidas de nuestras ciudades y pueblos.

 

Las casas muertas de Otero Silva y las casas muertas del socialismo del siglo XXI – Por Ramón Alberto Matute