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¡Y volver..volver…volveeeeer!!

Fue el 13 de agosto del año pasado cuando una comitiva que nadie eligió, al menos ningún ciudadano de esos que llaman «de a pie», se aventó con la misma retórica desgastada de siempre a Ciudad de México a firmar un pacto de oxígeno y tiempo con la mafia.

Hoy, precisamente se cumple un año de aquel infausto acto que solo le dejara al país un papel arrugado, unos apretones de manos con su foto, unos cuantos asistentes otrora mediáticos y ahora mudos, algunos viajecitos entre panas; uno que otro pleito, rabieta y envalentonamiento por una parte y súplicas de volver….volver..volver por otra, como para hacer más creíble la cosa, y posiblemente también dejara uno que otros logros y arreglos personales que a simple vista nunca se verán.

Es esa especie de hábitat que llaman «diálogo» y que se ha intentado al menos 14 veces cada vez que le conviene al régimen mafioso de Maduro, en el que sigue cayendo también a conveniencia un sector utility de la «oposición» venezolana. Ellos se han convertido en los verdaderos salvadores de Maduro ante la comunidad internacional, una especie de vendedores de tiempo.

En su leitmotiv, los vendedores de tiempo justifican como necesario el «diálogo» porque señalan: «si no dialogamos, nos matamos», y además están convencidos de que esa es «la única vía posible para salir del régimen de Maduro» porque «nosotros» somos «demócratas».

Una vez más, le firmaron tiempo al régimen en nombre de la reconciliación, la tolerancia y la democracia, se olvidaron de la justicia, como si democracia fuese sinónimo de entrega, impunidad y cobardía.

Lo único cierto es que los asistentes a Ciudad de México solo se representan a sí mismos y a los de su clase. No es verdad que estos negociantes sean demócratas por cuanto imponen su propia agenda o la de quienes allí los pusieron. Dejaron de escuchar a la mayoría ciudadana que exige salir de esta tragedia para entrar en un «entendimiento» para la continuidad del régimen por otra vía.

No es cierto tampoco que gracias al pacto de entendimiento, conocido como memorándum y que firmaron con la mafia, se haya dejado de matar gente. Contrario a ello, lo que sí sucede es que una nueva clase política-empresarial-técnica-intelectual, que supera por mucho a los alacranes y que bien puede ser llamada clase araña, está empeñada en blanquear al sistema para comenzar de cero.

Las arañas tienen una pata en cada tablero y siguen tejiendo la red para colocarse en lugares claves desde donde puedan seguir manipulado la conducción de la oposición venezolana, y una de sus estrategias es la de hacerse los pendejos y fingir demencia ante los atropellos de este totalitarismo rapaz y voraz que en mala hora se apoderó de Venezuela. Claro está, eso tampoco es «gratiñan».

Ser araña lleva implícito, al igual que como en su momento ser alacrán o colaboracionista, algunos sinsabores que la mafia está dispuesta a endulzar. El primero de ellos: ser desenmascarados por la ciudadanía, porque «las vainas tarde o temprano se saben», y eso hay que pasarlo con un buen trago, aderezarlo con una buena mesa y desestresarlo con algunos viajecitos y uno que otro lujo. Es decir, con mejoras sustanciales en la calidad de vida, porque ajá…

Aspiran a esa misma calidad de vida que hoy tiene un grupo de enchufados y que compra con su desprestigio a todo aquel que le sirva a la mafia, porque se cansaron de luchar por la libertad, eso no les da dividendos, demandan para sí mismos esa calidad de vida «para luchar por la democracia», esa misma calidad de vida que hace mucho tiempo perdió la clase trabajadora venezolana, con mención especial de los maestros y todos aquellos que con trabajo honrado ya no tienen ninguna calidad de vida. Calidad de vida que algunos más jóvenes nunca conocieron y que solo podremos volver a tener cuando conquistemos la libertad.

Y es que para ser araña, aún cuando seas diputado, ex alcalde, técnico, ex llorón o intelectual, tienes necesariamente que ser un descarado y firmar un avenimiento con el régimen de Maduro a cambio de nada para tu país, pues además, tienes que ignorar a más del 94% de la población que vive en pobreza producto de la política errática de este régimen, pero también a los más de 7 millones de migrantes venezolanos esparcidos por el mundo y sobre todo, a las víctimas de trata de personas, las muertes en naufragios y las víctimas de la selva de Darién, pero también a los mártires de la democracia que entregaron sus vidas en las calles de Venezuela; a los presos políticos, muchos de ellos asesinados, torturados y quien sabe si extorsionsdos para que callen su voz. Todo esto en una indignante faena de humillación.

También debes olvidar la destrucción total del sistema de salud y el colapso de los servicios de un país, para darle más tiempo al sistema este año, como si 23 años de miseria no fueran suficientes.

Mientras como «minions» los alacranes, los topos, los buitres, las sanguijuelas y los ciempiés persiguen a su villano favorito para que los insulte, las arañas tejen un entramado para lograr presentar al régimen criminal venezolano como demócrata, y además le hablan de la conveniencia de que se quieran.

Hay que ser muy cobarde o muy ignorante para invocar la democracia como formas de convivencia con un sistema que ignora, desconoce y arremete contra los principios de vida, propiedad y libertad. No se puede arreglar todo con impunidad y vuelta de hoja, para eso hay que ser muy bandido, y eso no representa a los venezolanos.

A un año del memorando de entendimiento, mucho me temo que los de siempre seguirán en lo mismo, pues se trata de parcelas que se reparten quienes después se creen intocables. Están dispuestos a enfrentar a todo aquel que le diga que por ahí no es la cosa.

A ellos: alacranes, arañas, eternos cohabitantes; al régimen de Maduro y a la comunidad internacional que siempre nos ha acompañado, les decimos que la Venezuela decente no pacta su destino con la mafia, a menos que sea para la libertad.

En este sentido y en vista de que en este año, tal como lo advertimos en su momento, este diálogo tampoco sirvió para lograr la libertad de Venezuela y mucho menos para subsanar la emergencia humanitaria que vive nuestra gente, tenemos la autoridad para decirles que ninguno de ustedes nos representa.

Sabemos que mientras Venezuela exige soluciones, ustedes (los negociantes), seguirán soñando con volver, volver y volver a México otra vez, para poner nuevamente la torta.

Ya sabemos por qué lo hacen, y también sabemos por qué debemos advertir una y otra vez que esa vía que ustedes transitan sin un objetivo claro, unas condiciones preestablecidas y sin un límite de tiempo, solo le servirá al régimen y a ustedes, pero nunca a Venezuela.

Aún existe una oportunidad: pónganse al servicio del país.

La libertad tiene muchos enemigos y en Venezuela no todos se visten de rojo.

@dignorahernandz