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35 años después, de los cuales 18 estuvo muy cercado a esto que llaman revolución en Venezuela, al fin, el señor Thomas Shannon decide retirarse de la vida pública.

Shannon anunció su renuncia al Departamento de Estado de los EE.UU. Sus palabras fueron: “35 años es mucho tiempo. He librado una buena batalla. He decidido que es momento de tomarme un descanso”.

Con el “adiós” de Shannon, el régimen venezolano pierde a uno de sus más importantes colaboradores dentro de la red política y de lobby que encierra el “imperio” de los Estados Unidos de Norteamérica.

Thomas Shannon, siempre fue señalado como  el contacto de Diosdado Cabello en el Departamento de Estado, lo cual pudiera indicar que su salida de la escena es un duro golpe a las movidas geopolíticas del régimen venezolano.

Antes de la victoria de Donald Trump en la Casa Blanca, la política de la administración de Obama estuvo dominada por el carácter genuflexo de Shannon.

Esta decisión, tal vez propia o tal vez obligada, trastoca el intríngulis político en las relaciones entre los Estados Unidos y Venezuela. Maduro y Diosdado Cabello están perdiendo el mejor interlocutor entre Miraflores y la Casa Blanca.

Y, esto se pone aún más interesante cuando sopesamos la noticia de que será Rex Tillerson quien se encargue personalmente del “tema venezolano” en la agenda internacional de los republicanos en el poder en el norte.

La situación se torna peligrosa, y más cuando las sanciones del gobierno de los Estados Unidos y de la Unión Europea se cierran más alrededor del cuello del régimen venezolano.

Las salidas a la grave situación de Maduro y compañía cada día es menos halagüeña y genera más temor a todos aquellos que forman parte del tinglado armado por el difundo.

Con el adiós de Shannon, las piezas del ajedrez político se mueven completamente. Y, si los gobiernos de izquierda siguen cediendo paso en las venideras elecciones antes líderes conservadores, liberales o simplemente demócratas, pudiéramos estar en presencia de la hecatombe del socialismo dentro y fuera de Venezuela.

Todo esto forma parte de oportunidades las cuales debemos aprovechar, internamente, para alcanzar la liberación nacional. No es simplemente esperar que otros hagan por nosotros, sino lo que cada uno de nosotros podemos hacer por una Venezuela libre.

Creo que sí. Somos capaces de rebelarnos cívicamente y darle un futuro mejor a nuestra amada nación.