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Con un ingreso masivo que extraoficialmente alcanza 1 millón 500 mil venezolanos (tanto legales como ilegales), Colombia se posiciona como uno de los países a nivel mundial que más han recibido personas desde que comenzó la grave crisis en el vecino país. Esto, indudablemente, ha afectado a Colombia en sus diferentes áreas: económicas, sociales y políticas, si, políticas.

Es innegable la grave crisis económica que hoy vive Venezuela, las repercusiones que esto ha tenido en las zonas fronterizas con Colombia, el desempleo, el empobrecimiento e incluso, el aumento de la actividad delictiva e ilegal en departamentos como Norte De Santander. Pero todo esto, que en su mayoría ya todos conocemos, también ha venido acompañado del doloroso testimonio que tiene cada uno de los cientos de miles de migrantes forzados.

Su desprecio hacia Chávez y Maduro, el desacuerdo con sus políticas que los hicieron emigrar, los cientos de exiliados y perseguidos por el régimen de Maduro, la historia de un caudillo populista que engañó a todo un país y que luego lo destruyó son cosas que, de una u otra forma empiezan a influir en la política colombiana. No solo por el testimonio de quienes llegan por la grave situación sino por los colombianos que después de vivir muchos años allá, han tenido que regresar.

Se hace inevitable hablar de política con un venezolano, tratar de conocer y entender más a fondo la grave crisis que allá se vive es algo que hoy hacen muchos colombianos. Pero este testimonio nunca viene solo, viene con un mensaje claro: «No caigan en lo mismo».

Las advertencias que hacen, los comentarios que dicen, son evidencia del miedo que tienen a que la historia se repita. El desprecio hacia la izquierda y el eslogan que se ha hecho popular entre la comunidad venezolana: «Por todos menos por Petro» son parte de las conversaciones del día a día. Esto, evidentemente, no es algo que salga en las encuestas, ni en las proyecciones, no es algo que se haya podido estudiar con anterioridad en algún proceso electoral, es un elemento histórico que muy pocas veces se ha presentado, pero que tendrá un efecto muy importante.

Para establecer un caso más emblemático, hace días escuché a un concejal de San Antonio del Táchira (Ciudad fronteriza con Cúcuta), exiliado en Medellín, decir que los venezolanos nunca tuvieron a los cubanos para advertirles lo que venía, mientras que los colombianos tienen el reflejo al otro lado del río, en Venezuela. Un país petrolero que fracasó por la práctica socialista.

Esta realidad inocultable, la vemos todos los días en cada esquina del país, son millones los que hoy, mayoritariamente por el miedo, hacen campaña en contra del señor Gustavo Petro, el socialismo y el populismo. La mejor arma, que sin querer hoy tienen el resto de los candidatos es el testimonio del otro lado, y, evidentemente, el pasado del candidato ex guerrillero. Su relación con el ex presidente Chávez y con Maduro, el hecho de haber apoyado unas elecciones que desde la oposición venezolana y la comunidad internacional se establecieron como fraudulentas (Asamblea Nacional Constituyente) y muchos otros elementos extra que pueden extraerse de viejos comentarios en sus redes sociales, hacen que este miedo pase a ser real para muchos de los colombianos.

Este próximo 27 de mayo, Colombia tendrá nuevamente una gran oportunidad para elegir su presidente, y estoy seguro (aunque muy pocos le dedican tiempo a analizar esto), que el trabajo que directa o indirectamente hacen quienes llegan del vecino país, tendrá una influencia muy importante en los resultados de la primera vuelta.

La forma en la que conmueve cada relato, cada historia, el parecido que muchos le encuentran a Petro con Chávez, el miedo que genera en la empresa privada y la inversión extranjera, el discurso que divide y enfrenta a un país entero harán que, por el espejo venezolano, Gustavo Petro no llegue a ser presidente de Colombia.

@Juanpauzca