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Claro, la inflación venía cual culebra serpenteando agresivamente hacia arriba. No había indicios de que esta mermara en manos del régimen corrupto y destructor chavista, el cual fue el que la trajo arrastrada por las greñas para que desolara y amargara la vida a los venezolanos.

En un dígito mayor, con más décimas que una cantata de galerones, la inflación intentaba brincar al 10%, con que se inició la debacle que hoy vivimos en Venezuela, y en efecto brincó como se esperaba, lo cual no fue hace mucho tiempo, en términos vulgares diríamos “que fue antier”.

Entonces,  de dos dígitos, la inflación siguió hacia arriba en línea recta tal como una flecha y se montó, casi de repente, en 5 ò 6 dígitos hiperinflacionarios. Hoy día, ¡vaya uno a saber! El hambre es brutal. Las ecuaciones de los economistas sinceros y correctos destilan lágrimas de sangre en vista de los resultados obtenidos.

Ahora, vayamos a las valoraciones y a los momentos estelares que se desperdiciaron en el seno de la oposición glamurosa y luego colaboracionista del régimen, la cual es llamada acertadamente, “costra opositora”, por un nutrido grupo de preclaros compañeros y amigos de “Soy Venezuela”. En efecto, esa parte opositora enquistada en la no muy recién elegida Asamblea Nacional no supo, no vio, no sintió cómo diablos llegó a ser electa o votada. Todo le parecía “color de rosa,” mientras que el país se desmigajaba ante sus ojos.

Era 2015, y la inflación de un dígito pasaba violentamente a dos dígitos -como ya dije- y seguía su rumbo, la escasez de alimentos y medicinas era grave, la corrupción no escondía sus señales, presos políticos en asenso, inseguridad, muertes, crisis bárbara en todo lugar, en fin, ya la tragedia Chávez estaba presente.

Maduro era insoportable, sobre todo, porque el poder ejecutivo ya venía cubierto por un manto de duda y de ilegitimidad. Empero, no supo esa “costra opositora” que el pueblo la votó por guapo, sacando fuerzas de última hora, y por supuesto, esta traicionó el mandato.

Siguieron viendo al mundo como si nada, colaborando con el régimen, distrayendo  los momentos estelares de la política recta, cuando el pueblo lo que esperaba de esa nueva Asamblea Nacional (AN) era un Juicio Político de entrada contra Maduro, incluso el mismo día de su instalación. ¿Acaso ya el país no estaba en el desmadre económico?, qué seis meses ni  qué nada -“usted debe irse ya de la presidencia. Su sistema político, económico, pro-comunista tiene arruinado al país, ¡váyase hombre!”- hubiera dicho la AN. Sin embargo ya se le acaba el tiempo al régimen.

 

Eleazar Contreras