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Pasamos parte de nuestra vida preparándonos para vivir de lo que aprendemos o de nuestro talento, como sucede en cualquier país desarrollado o con una sólida economía, donde el ingreso de los ciudadanos tiene un alto poder adquisitivo. Mientras en países como Chile, una persona invierte aproximadamente solo el 15% de su salario mínimo en alimentos, en Venezuela una persona necesita de al menos 55 salarios mínimos para cubrir la canasta alimentaria.

Lo anterior, es consecuencia de un modelos económico fracasado que solo enriquece a las élites afectas al régimen que mantienen secuestrado el poder y las instituciones en Venezuela. En 2017 miles de personas salían a las calles con el único objetivo de ponerle fin a la tiranía socialista que se instauró en el país desde 1998, no había otra razón más que recobrar la libertad, ya todos conocemos los acontecimientos.

Tras un letargo inducido las protestas han vuelto a Venezuela, esta vez son protestas vecinales y laborales las que cobran el protagonismo, ésta última de gran interés, pues sus protestas se basan en exigir salarios “justos o dignos”. ¿Pero cuánto dura la dignidad de un salario? Cuando enfrentamos un sistema económico que de forma fría y calculada quebró a los venezolanos.

Un salario no debe tener dignidad y mucho menos justicia, debe tener un sólido poder adquisitivo. Dignidad deben tener los ciudadanos, también moral y valentía; ¿Justicia? Las instituciones, que deben volver al orden democrático y al marco legal.

Las protestas han vuelto, si, ¡Enhorabuena! Pero hay que saber que cualquier medida salarial que tome quien hoy se exhibe como un dictador en el Poder Ejecutivo para calmar las aguas entre enfermeras, profesores, médicos y pare usted de contar, solo alargará la agonía de la República, pues esta solo necesita sea extirpado aquel cáncer que la aqueja, llamado socialismo.

Reconocer al Dictador no es una opción, mucho menos lo es convivir con él, se puede ir más allá de un salario, en 2017 nuestros jóvenes lo hicieron pero fueron traicionados, hoy no se repetirá la historia.

En socialismo la vida de un salario “digno o justo” tienen el mismo tiempo de vida que la de un pez fuera del agua. Lo primero es la salida del tirano, lo demás vendrá como un premio a la valentía, a la gallardía de los profesionales que entendieron que en la calle la lucha por la libertad de Venezuela es más sublime y hermosa.

Vamos más allá del salario, vamos a la Libertad.