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En esta etapa final de la lucha por la democracia y la libertad es mucho lo que hemos aprehendido. Es por ello que cada paso que demos de ahora en adelante serán determinantes para lograr el objetivo final, entendiendo que solos no podemos, pero con la convicción de que se deben hacer las cosas bien porque no hay espacio para más errores que cuestan cada día la vida de cientos de venezolanos.

El liderazgo de María Corina se ha afianzado significativamente, no solo a nivel internacional -que desde ya hace un tiempo se ha venido consolidando-, sino a nivel nacional en estos últimos meses. Este es gracias a su coraje, firmeza, coherencia y solvencia moral, suficiente para ser quien en este momento lidere esta lucha.

Las elecciones y candidaturas vendrán luego que el país entre en una transición y  Venezuela se estabilice en lo político, económico y social. Ya en reiteradas oportunidades lo hemos advertido a los ciudadanos, es perder el tiempo y más grave aún seguir dándole oxígeno al régimen pensar en elecciones hoy en el país.

Nuestro objetivo es articular a los ciudadanos a la resistencia firme mediante la rebelión civil pacífica, alineados a la comunidad internacional y a las instituciones. Mientras el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) legítimo está actuando, la Asamblea Nacional (AN) está en deuda con la ciudadanía, al igual que las Fuerzas Armadas que deben de una vez por todas restituir el hilo constitucional.

Este momento crucial es una unidad superior y de propósito; este no es otro que el quiebre final de la dictadura sin pasar por falsos diálogos ni rutas electorales como lo fue en los años finales de la segunda guerra mundial, primero en la conferencia de Casablanca en 1943 y luego en la conferencia de Yalta en el 1945, cuando con todas sus diferencia políticas e intereses particulares los líderes de la coalición Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Iósif Stalin se reunieron con un solo propósito, derrotar al imperio nazi.

La reconstrucción de la nación comienza por la ética, principios valores y moral, y desde ya estamos encaminados hacia eso. Los planes económicos ya están estructurados, pero de nada servirán si la clase política que dirigirá esta transición no posee la suficiente solvencia moral para encaminar esta etapa de alta dificultad y riesgo. Debemos ser ejemplo para los ciudadanos, debemos generar la confianza necesaria para poder aplicar todas las medidas que corresponderán en su momento, de ello dependerá en gran parte la estabilidad de los próximos años para poder avanzar a una gran nación.

Jesús Farías