Los venezolanos han visto en los últimos años el gran retroceso del sistema de transporte, afectado por el encarecimiento y escasez de repuestos, así como por la falta de inversión por parte del Estado.
La situación es bastante preocupante, el servicio de transporte público nunca había estado tan deteriorado, no es extraño transitar por las calles y ver colas interminables donde las personas pasan horas esperando, en la cual se ven niños, personas de la tercera edad, embarazadas sentadas en el piso mientras esperan para poder abordar la unidad que los trasladará a su destino.
Se observa una gran desorganización social, donde los empujones van y vienen, sin importar montarse en autobuses en los que el número de personas supera con creces la capacidad óptima de la unidad.
Esta realidad que se vive es debido a la falta de divisas que requiere el sistema automotor para traer los repuestos del exterior, ya que las llamadas proveedurías anunciadas por el régimen nunca han funcionado. Por lógica, cada día vemos más unidades paralizadas.
A falta de unidades se recurre a una opción del pasado: montarse en camiones a lo que coloquialmente se les conoce como perrera. Como transportes improvisados y no aptos para el colectivo, lo que pone en peligro la vida de los usuarios afectando a todos los venezolanos.
La crisis existente es consecuencia del desastre económico que ha hecho el régimen para que el mantenimiento de los vehículos sea casi imposible. Aunado a la pérdida de miles de millones de bolívares en obras y equipamiento de transporte a través de la denominada «Misión Transporte» que lejos de resolver y optimizar el servicio, ha impedido desarrollar un sistema público como el que se merecen los venezolanos.
@lour_uzcategui