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Una dictadura nunca puede tener gestos magnánimos, por más que los ensayen, porque al actuar, se les nota su naturaleza, esa que en el fondo les gusta demostrar. La maldad les sienta bien.

Después de cuatro largos años de torturas y vejámenes, en el más absoluto misterio, hacen una jugada política para tratar de lavarle la cara al régimen, por la muy lamentable opacidad del caso del concejal Fernando Ablán, deciden liberar a Lorent Saleh, alegando incluso un acto humanitario para salvarle la vida, debido a que el “privado de libertad” tenía actitudes suicidas.

Caramba, cuanta nobleza, debo interpretar que es un canje entre salvar una vida en contraposición por la vida de otro. Cuanta contradicción, si un “privado de libertad” en riesgo de cometer suicidio, debe ser atendido inmediatamente por un psicólogo, la depresión es una patología, que curiosamente se ha convertido en un problema de salud pública, según reportan médicos que ejercen la profesión en el sistema de salud público, ante la ausencia de cifras oficiales la apreciación cualitativa de los especialistas resulta el mejor indicativo. La solución no parecía ser enviarlo al destierro, eso no tiene lógica. El extrañamiento de la patria es una figura inclusive reprobada por la Constitución.

En el más absoluto misterio, se reúnen en la embajada española para planificar la liberación del valioso muchacho ¿Quiénes se reúnen? ¿Cómo es posible que el gobierno español se preste para semejante chantaje? Creo nos merecemos una explicación de la cancillería del reino.

Pero de verdad, el momento culminante de esta puesta en escena, es la presencia de la madre de Lorent Saleh a las afueras del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) alertada por unos rumores acerca de la presunta excarcelación de su hijo, allí “privado de libertad”, ni siquiera se lo dejaron ver, pobre mujer ¿Quién generó esos rumores? ¿Para qué generar esos rumores? Total, el hermetismo con que todo se planeo lo hace parecer un contrasentido  ¿costaba mucho permitirle despedirse de su hijo en una reunión privada? Y en eso se les nota la perversidad, envían el mensaje que la humanidad, incluso física, de Lorent le pertenece a la dictadura, es disminuir la condición de individuo, de la persona, lo suficiente hasta reducirlo. Y hasta el final fueron fieles al guion.

Bien por Lorent, soporto como un campeón, aplausos de pie para él. No es más un “privado de libertad” de la dictadura. Y si usted amigo lector ha reparado en el detalle de cómo escribo la expresión “privado de libertad”, si, en comillas. Como con desprecio, porque ese eufemismo se inventó para supuestamente dignificar la condición del reo, o preso, como acostumbrábamos a decir. Pero esa dignificación es solo gramatical, la realidad de los centros penitenciarios, de reclusión, no tienen nada de dignas. Es un infierno, donde la maldad y alevosía se enseñorean en forma de tortura, física y psicológica. Sin duda el sitio perfecto, el auditorio ideal, el espacio donde “Los magnánimos” deberían estar.

Raef Zibaqui