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Estoy convencido que nuestro compromiso transciende al presente y al ahora. Tenemos una gran responsabilidad con el futuro de nuestra nación; con nuestros hijos, con sus hijos y con los hijos de sus hijos. Por donde uno mire, la destrucción del socialismo ha dejado secuelas: en los hogares, en las calles, en las comunidades, en los empleos, en nuestro día a día, en las universidades. Por eso, a propósito del 21 de noviembre, Día del Estudiante Universitario, quiero hablar del reto enorme que se nos plantea al momento de pensar en reconstruir la nación.

Durante siglos, la universidad venezolana ha combatido todos los intentos de socavar sus pilares, ha rechazado regímenes hegemónicos e incluso, ha luchado contra aquellos que, vestidos de corderos, han buscado cerrar sus puertas. Estos 20 años de socialismo no han sido la excepción.

El régimen chavista vio con especial atención el peligro que representa la universalidad del conocimiento que recae en las aulas de clases de las casas de estudio y es por esto que desde el estrangulamiento presupuestario, la coacción para el cambio de los currículos, la modificación de los reglamentos internos, permitir los estragos de la violencia y la delincuencia en los pasillos de cada Alma Mater ha tenido una sola intención: que el futuro de nuestro país se vea en la triste necesidad de arrodillarse para siquiera tener un título de profesional en nuestro país. Esto, en el mejor de los casos; en el peor, la deserción y el éxodo que impactan con la poca afluencia de estudiantes a los salones, el cierre de asignaturas y por supuesto, la huida de los docentes universitarios, quienes han dejado de impartir conocimiento para hacer cualquier labor en otras tierras y poder subsistir.

Es así como el régimen ha logrado flagelar nuestra universidad de la forma más vil y cruenta, la única que podía generar grietas en el futuro de nuestro país, para así tener absoluto adoctrinamiento en nuestros jóvenes y futuros profesionales. Universidades autónomas administrativamente detenidas, y acorraladas presupuestariamente; ese fue el precio de no arrodillarse a la bota militar.

Pero como es imposible tocar la esencia del conocimiento, porque las ideas son intangibles y el pensamiento es libre, su plan de control no ha sido totalmente consumado y vemos ejemplos de cómo la lucha universitaria sigue resistiendo a pesar de los ataques. Un caso bandera de ello fue la victoria de la Universidad de Carabobo ante el asedio de las mafias que gobiernan nuestra nación.

Yo soy ucevista y llevo a mi casa de estudios en el corazón, y me duele profundamente ver en lo que han convertido a la Ciudad Universitaria, sin embargo, sé que en sus raíces y en sus aulas de clase, aún se mantiene viva aquella estrofa del Himno de mi UCV: “Alma Mater, abierto Cabildo, donde el pueblo redime su voz: Nuestro pueblo de amable destino, como el tuyo, empinado hacia Dios”.

El conocimiento, el futuro y el desarrollo volverán a ser parte de nuestro día a día; venceremos la sombra, obtendremos la libertad y con ella, la Universidad venezolana tendrá el papel fundamental de producir ciudadanos profesionales que nos lleven a la gloria de nuestra nación. Por eso trabajamos día a día sin descanso alguno. Esa es nuestra responsabilidad, es nuestro compromiso con el ciudadano.

@javier_chirinos