Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

El régimen dictatorial venezolano camina cual suicida en solitario sobre un ultimátum internacional, refugiado aquel en la histórica y cobarde guapetonería común que lo condena a caer inexorablemente.

Si su obstinada maldad sobre su propia desgracia, le hace suponer que su salida resultaría mucho más criminal contra el pueblo y sus circunstancias de hambre y miserias, pues se equivoca el régimen.

Nada más allá, será peor que él mismo. Venezuela no caerá en guerra civil ni en nada por el estilo. Una dictadura de hambre y miseria jamás ha sido defendida por nadie, a veces ni por los no tan verdugos, cuyo quebramiento o inmolación, es de los primeros. Si fuere el caso, más bien hará que el pueblo celebre y vitoreé como nunca.

Y en efecto, después del recién pasado 23 de enero, ya nada será igual en Venezuela. El país, desde el punto de vista de movilizaciones, recobró su fuerza, sobre todo, su moral de ciudadanía. La gente hizo un “vuelvan caras” para reencontrarse unos con los otros frente a la dictadura “Diosdi-madurera”, a la cual se la tiene casi que tumbada democráticamente, so pena, de que ese par de socios “ajuro” se quieran lanzar a una aventura desde un voladizo a mil pies del piso, y yo no soy asesor de guerra de esos tipos.

Es muy posible  que cuando esta líneas vean la luz pública, ya haya ingresado  la ayuda internacional a Venezuela, muy a pesar, de la “no voluntad” de Maduro y de esa señora dama con rasgos de haber pasado, como cualquiera, necesidad y trabajo en el barrio, “Las casitas”, cerca de la Panamericana de Caracas; dama, que hoy en su excesiva opulencia oficial, no siente nada por el dolor del pueblo venezolano.

Pues sí, contra viento y marea vendrá la ayuda internacional, cuyo efecto se apreciará al recibir medicamentos los diabéticos crónicos, los pacientes oncológicos, hipertensos, las mujeres embarazadas de barrios arruinados por el chavismo y su corrupción; los viejitos macilentos con pasos inciertos por el hambre crónica, los niñitos de las escuelas los cuales necesitan recobrar su peso; mismos jóvenes sin trabajo, flaquitos, sin ropa ni zapatos; mujeres que no tienen para comprar una pantaleta hiperinflacionaria.

En total, la ayuda internacional, no discriminará entre unos y otros, puesto que Venezuela no es distinta en materia de pobreza y ruina. Todo el país necesita de todo. La dictadura de hambre y miseria no discriminó tampoco, pues a todo el mundo lo arruinó al  mismo tiempo.