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(Caracas. 30/01/2019) Es increíble que a muchos se nos haya ido la infancia, otros envejecieron y muchos otros no pudieron vivir este momento: quienes nos han oprimido en la últimas dos décadas, se encuentran en su peor punto; sus rostros no reflejan prepotencia, sus miradas no dicen más que miedo y desesperación y la gente que les apoyó y quienes nunca le apoyamos, decidimos consolidarnos en un solo bloque que exige libertad.

Y es que el sufrimiento que pasa nuestro país es algo sin precedentes en la región. Esta situación no tiene parangón alguno, pero además, no se nos había presentado una situación tan explícita, tan cercana a una salida real. Este momento final nos lleva a nosotros a asumir la responsabilidad y el rol que nos corresponde.

Entendamos que estamos escribiendo las páginas de la historia de nuestra nación, que los libros dirán que fuimos una generación que acabó con el yugo de la tiranía del socialismo, pero para eso, tenemos que entender quiénes somos y cuál es el espacio que ocupamos.

En estos veinte años, muchos han querido camuflarse y así parecer ser de oposición, sirviéndole de cómplices al régimen o con sus decisiones hacerse ver como ingenuos, como los que no entendían a lo que nos hemos enfrentado. Particularmente, podría pensar que muchos de ellos no entendieron lo que estaba gobernando nuestro país, que no veían las raíces totalitarias y las acciones tiránicas que, aun estando a simple vista, podrían haber sido presentadas como acciones demócratas. Ahora, en este momento, quien no entienda lo que vivimos, ya no es un ingenuo, es un cómplice; ahora, quien plantee un diálogo para oxigenar, no es más que un agente del régimen.

En este momento final, por mucho que nos duela aceptarlo y aunque sean nuestros amigos y conocidos, si sus acciones no son frontales contra el régimen; si no son acciones liberadoras, democráticas y definitivamente que nos lleven a superar esta tragedia, están con ellos y se convierten en oxígeno para quien asfixia con hambre y escasez a nuestro país.

En este momento, el momento final, estamos ante una dicotomía sencilla para quienes no tenemos intereses con el régimen: salir de ellos o permitir que se queden. Pero esto resulta muy complejo para quienes sí tienen esos intereses, porque salir de ellos implicaría que sus intereses se vean afectados.

Venezuela será libre y próspera, de eso no tengo la menor duda, y si la generación que está asumiendo el momento termina desviando el rumbo y entregándonos nuevamente, habrá una que sí lo asuma y logre la libertad de la nación. El venezolano está cansado del hambre y de la miseria y está decidido a salir de esto; si los políticos no estamos a la altura, el ciudadano nos pasará por encima, pero la libertad seguirá allí, a la espera.

Por eso, el hambre, la escasez, la inseguridad, la persecución, los allanamientos, las vejaciones sí tienen un punto final y está muy cerca, mucho más cerca que siempre, y hoy está en manos de Juan Guaidó, pero también en las manos de cada uno de nosotros. Mientras, los políticos, en cualquiera de los niveles, tenemos la responsabilidad de ser firmes y responsables con nuestra generación, con nuestros ancestros y con las futuras generaciones, y eso lo lograremos siendo leales a cada ciudadano.

@javier_chirinos