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(Estados Unidos. 18/04/2019) Esa fue la expresión de una querida amiga, dirigida a su hijo que en aquel entonces tenía 12 años, por allá por 1994, cuando titulares de la prensa y noticieros reseñaban que uno de los más populares presidentes que haya gobernado la nación, seria puesto en prisión.

  • Carlos Andrés Pérez, encarcelado por corrupción.
  • El Tribunal Supremo decretó la detención de quien en dos ocasiones ocupó la Presidencia de Venezuela.

“¡Mamá!  ¿De verdad eso es lo que tú deseas para tu hijo? Ser Presidente es estar metido en la corrupción.” Esa fue su ingenua y a la vez decepcionante respuesta, que de inmediato me hizo recapacitar acerca del concepto negativo de un niño sobre la figura del presidente de la nación.  Muy diferente a lo que, en generaciones anteriores, la escuela, nuestros padres y el país en el que nos tocó vivir, nos habían enseñado.

En nuestra niñez, la imagen que teníamos del Presidente de la República era la de la cúspide más alta a la que un venezolano digno, educado, muy inteligente y con un profundo amor y compromiso por la nación, podría llegar a alcanzar para desempeñar una posición ejecutiva tan alta como la de dirigir a todo el país y administrar sus recursos. Por eso se llama el Poder Ejecutivo.

Para obtener cualquier puesto ejecutivo en una empresa, para optar al cargo de Gerente de un Departamento, se tiene que concursar con un robusto Curriculum que avale títulos académicos, cursos de mejoramiento, habilidades, aficiones, trabajo social o comunitario, liderazgo, etcétera.  Adicionalmente se tiene que pasar por un riguroso filtro de selección, entrevistas, revisión de antecedentes penales, exámenes de salud, test de personalidad, test de inteligencia emocional y pare usted de contar, para finalmente ser seleccionado entre otros 20 o más candidatos, que posiblemente tenían iguales o incluso mejores cualidades.

De acuerdo con el Artículo 227 de nuestra Constitución, estos son los requisitos para optar a la presidencia:

“Para ser elegido Presidente de la República o elegida Presidenta de la República se requiere ser venezolano o venezolana por nacimiento, no poseer otra nacionalidad, ser mayor de treinta años, de estado seglar y no estar sometido o sometida a condena mediante sentencia definitivamente firme y cumplir con los demás requisitos establecidos en esta Constitución.”

Como vemos, son requisitos generales como opción a todos los venezolanos que deseen postularse. Entonces, es deber de cada ciudadano venezolano, saber ejercer ese filtro de selección entre los candidatos y candidatas que se presenten a optar por la Presidencia de Venezuela. Estudiar y analizar a cada candidato, su trayectoria política y ciudadana, su ética, sus valores, su nivel de educación y por supuesto, conocer bien su propuesta de gobierno para hacer progresar al país y a cada uno de sus ciudadanos, garantizando la soberanía, la salud, los servicios, el bienestar común. Es crucial educar a la población en la importancia de elegir por las razones correctas, en cómo elegir a sus gobernantes en base al plan que tienen con su equipo y que son además discutidos en debates públicos. Que su decisión vaya más allá de simplemente escoger al candidato chévere que regala franelas en medio de un fiestón y promete que todo se les dará gratis en una visita de campaña.

Tenemos que asumir nuestra parte de la responsabilidad en haber entregado la gobernabilidad y la administración de los recursos de TODOS los venezolanos, a quienes no solo no estaban capacitados para ejercer tan importante función, sino que además han dividido a la población pretendiendo representar solo a un segmento y excluyendo a otros. Que han demostrado no tener escrúpulos, habiendo ocasionado un daño patrimonial que se estima asciende a 450.000 millones de dólares en 19 años, ocupando Venezuela hoy el primer lugar como país más corrupto de América Latina.

Con miras hacia el futuro, hacia esa Venezuela próspera que soñamos reconstruir después de la dura lección aprendida, se hace más obvio que nunca que ¡tenemos que saber elegir! Con conocimiento de los hechos y con responsabilidad. Debemos recuperar esa imagen de la Presidencia de Venezuela, que será nuestra nueva cara ante el mundo, quien en adelante nos haga sentir digna y orgullosamente bien representados:

Nuestro futuro Presidente o Presidenta de la República de Venezuela.

Amalia Bustamante