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Han pasado ya casi 4 meses desde la juramentación del Presidente (E) Juan Guaido y hasta ahora los venezolanos no ven la luz al final del túnel. Por el contrario, continúan viviendo la tragedia de estar en un limbo, con sus banderas de esperanza y las penas a cuesta, atrapados entre dos Estados:

Un Estado Legítimo que cuenta con el poder y el apoyo que le ha otorgado la mayoría de la población venezolana y de la Comunidad Internacional, la cual avala los valores de la democracia y de los derechos humanos y que aplica fuertes sanciones.

Un Estado Usurpador configurado por el poder del narcotráfico, del terrorismo, del autoritarismo, del dinero producto de la corrupción y que esta atrincherado con las armas.

Para cualquier adolescente sin mucho conocimiento de la política internacional, esta es una especie de “guerra dispareja”  y a menos que se acepte la realidad de que se trata de una tragedia común, que involucra a buena parte del hemisferio y del mundo y que como tal requiere y urge de acciones y soluciones comunes y contundentes, estaríamos dejando espacio a que el Estado Usurpador y lo que este representa, se afiance para la desgracia futura de Venezuela y de muchas otras naciones.

Los líderes designados por las mayorías en sus respectivas naciones tienen la gigantesca responsabilidad de hacer posible para sus habitantes que todos puedan vivir bajo los estándares mínimos de condiciones de vida, de libertad,  apoyado en este principio universal descrito en el documento de la ONU “Declaración Universal de los Derechos Humanos” adoptado desde 1948, resumido en 30 artículos y hago mención del siguiente:

Articulo 25 – Derecho a Comida y Alojamiento para todos

“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure a sí mismo, así como a su familia, la salud y el bienestar y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia medica y los servicios sociales necesarios” Con ese fin precisamente se constituye una República. Para eso es que le otorgamos el poder a los gobernantes, para que administren NUESTROS RECURSOS y nos garanticen esos mínimos estándares de vida para toda población.

En la crisis venezolana ¿Saldrán victoriosas las naciones afectadas directa e indirectamente, la Comunidad Internacional en general y los defensores de la libertad y la democracia? Es un momento y una oportunidad histórica.  Si falláramos ¿Qué mensaje dejaríamos para las nuevas y futuras generaciones de líderes?  Quien ganara esta batalla: ¿Lo correcto o lo incorrecto? Esto dejó de ser desde hace muchos años el problema de una nación, pero se le dio la espalda. No se puede postergar más confrontar esta dura realidad.