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Quizás para algunos la palabra occidente represente simplemente un marco referencial geográfico o geopolítico. Otros lo entendemos como un conjunto de valores y principios que enmarcan una manera de vivir y concebir este mundo globalizado y complejo.

El martes 30 de abril quedó, una vez más, demostrado que el quiebre real militar en las Fuerzas Armadas no llegará a producirse si no se eleva el debido nivel de presión que conlleve a una verdadera, creíble y real amenaza a la permanencia del sistema.

Sin embargo, ese martes permitió que se generará un nuevo hito que ratifica favorablemente la postura de quienes hemos denunciado al conflicto venezolano como un asunto geopolítico que afecta seriamente la paz y seguridad internacional. Las fuerzas beligerantes que apoyan al estado criminal han quedado en evidencia: tanto los regímenes de Rusia, Cuba e Irán, como aquellos actores irregulares tales como el ELN, las FARC y Hezbollah. Este último, presumiblemente responsable de la tortura y asesinato de militares en el estado Aragua días atrás.

Los venezolanos también tenemos una beligerancia a nuestro favor: Occidente.

Más allá del hemisferio occidental (Las Américas) y el propio espacio atlántico (Las Américas y Europa), el mundo occidental viene identificado por los valores de la libertad, la propiedad y la prosperidad. Su filosofía parte del respeto a las libertades individuales, siendo este uno de sus propósitos globales: garantizar que vivamos en un mundo dónde cada individuo cuente y se le sean respetadas sus libertades.

El uso de la fuerza no equivale al uso de la violencia. La fuerza puede ser militar, política o inclusive la fuerza de los mercados; pero, esencialmente es una fuerza ética y moral la que motiva al resto de las fuerzas. En Venezuela se intentó generar vías alternas al uso de la fuerza real y todas contribuyeron a que se aplicará otro tipo de fuerzas.

Mientras los venezolanos demostramos tener una fuerza ciudadana incansable y dispuesta a seguir avanzando; el estado criminal se apalanca de la fuerza militar-armada que aún le obedece y en la fuerza de la misma naturaleza que sus aliados le suministran. No hay ni ética ni moral, sencillamente una vocación totalitaria intencionada a asesinar el número de venezolanos que sea necesario con tal de permanecer en el poder.

No hay duda de que los venezolanos estamos en vísperas de enfrentar un quiebre histórico definitivo que requerirá de la sumatoria de cada una de estas fuerzas. Occidente está decidido a acompañarnos no solo para salir del chavismo y de todo el estado criminal; sino también, para permitirnos alcanzar una sociedad libre y que deje atrás el clientelismo, paternalismo, populismo, militarismo y fundamentalmente el socialismo.

Tal como Ayn Rand lo dijera en uno de sus discursos a la prestigiosa universidad militar estadounidense, West Point: “El ejército de un país libre tiene una gran responsabilidad: el derecho a usar la fuerza, pero no como instrumento de coacción y de conquista bruta – como han hecho los ejércitos de otros países en sus historias – sino sólo como instrumento para la defensa propia de una nación libre, lo que significa: la defensa de los derechos individuales del hombre”.

@FabioLValentini