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En términos de paradigmas de la gestión pública, Venezuela orienta su administración pública hacia el modelo burocrático tradicional. Esto no es sorpresivo cuando el estatismo, centralismo, paternalismo, clientelismo y socialismo son de las tantas características que describen los sistemas, gobiernos y partidos políticos de nuestra historia republicana.

Superar la ineficaz e ineficiente estructura jerárquica en los ministerios, instituciones y organizaciones públicas sólo se conseguirá una vez que el modelo económico y sociopolítico sea sustancial y esencialmente cambiado por uno de corte liberal, descentralizado, limitado y capitalista.

Generar este cambio permitirá trascender la típica cadena del “recibido, ahora esperemos que el jefe lo firme” – lo que a su vez genera un mayor de corrupción, pues inmediatamente el usuario responderá preguntando: ¿Y cuánto me cuesta por acelerar el proceso? – al modelo de gobernanza en red, en el cual el Estado humildemente reconoce no tener, ni la capacidad, ni la información para gestionar un determinado proceso o proveer un determinado servicio público. Por lo tanto, este le es concedido a un privado o es administrado por ambos bajo una alianza público-privada.

Pasar del paradigma más tradicional al más moderno, nos permitirá construir barreras sólidas que impidan progresivamente la instalación de estos vicios en la sociedad libre por la cual luchamos. Sin embargo, la gobernanza también nos permitirá asentar las bases a modelos de ciudades inteligentes capaces de transformar por completo el nivel más importante de toda administración pública: los municipios.

Un municipio inteligente es aquel capaz de tejer una red sólida de agentes que intervienen de múltiples formas para proveer bienes y servicios públicos de calidad; pero, a su vez, siendo capaces de generar capacidades que les permitan construir un municipio autosostenible, sustentable y que impacte de forma directa a sus ciudadanos, a través de la creación de valor público.

La nueva Venezuela no debe detenerse ni estancarse sobre el momento cero –el quiebre del estado criminal– sino maximizarse a nivel de las reformas, ideas e innovaciones a realizar. Tenemos una oportunidad histórica que no podemos desaprovechar. Salir del chavismo debe implicar salir de todos los vicios que tanto daño nos han hecho, pero también del raciocinio tradicionalista: encerrarnos bajo la mirada de que un municipio es rural, urbano, dormitorio o industrial. Los municipios de la nueva Venezuela serán inteligentes y permitirán a sus ciudadanos estar interconectados entre sí y contar con tecnologías de punta que contribuirán a maximizar su productividad.

El municipio inteligente trabaja, colabora y delibera junto a los diversos agentes y actores que hacen vida en su territorio. Identifica potenciales centros urbanos y/o industriales, con la finalidad de generar redes de empleo internas. Interconecta la seguridad ciudadana con el transporte público y este, a su vez, con la salud. No basta entonces con pasar del pueblo a la ciudadanía, sino del pueblo a la ciudadanía inteligente capaz de liderar estos procesos de transformación y ser garantes del impacto que se obtendrá.

En Vente Venezuela trabajamos bajo esta perspectiva: construyendo una Venezuela libre, democrática y liberal capaz de trascender lo tradicional para enmarcarse en las sendas de la globalización, los países más desarrollados y la prosperidad.

Son estas las visiones que nos ratifican que no somos cualquier partido, sino el partido que faltaba. Y por supuesto, son estos los modelos que contrastan y ratifican que las ideas de la libertad siempre triunfan.