No tuve la oportunidad de vivir en la época donde el servicio de las compañías venezolanas era considerado de los mejores a nivel mundial, sin embargo, familiares me cuentan que, en esa época, el éxito que tenían dichas empresas se debía a la excelente gestión con la que se manejaba su estructura. Empresas como CANTV, que luego de su privatización en el año 1991, estableció su enfoque en aportar servicios que contribuyeran al desarrollo del país, mejorando de manera drástica sus funciones mediante la expansión y modernización de las redes de voz y datos, fijas y móviles gracias a la mayor inversión de capital que una empresa privada haya realizado en el país.
Ahora, no es necesario explicar en qué se convirtió la mayor empresa de telecomunicaciones del país luego de su renacionalización por parte del ex-presidente Hugo Chávez. Para muestra, un botón: ahora mismo me encuentro escribiendo este artículo teniendo 1 semana sin servicio de internet ni telefonía fija. Algunas personas me dicen: “Dichoso tú, que al menos tenías internet hace 1 semana, acá no hay desde hace 3 años”. Y es ahí cuando me doy cuenta de la gravedad del asunto, el problema no es de ayer, en Venezuela en verdad hay personas que están totalmente incomunicadas debido a las fallas de este servicio, consecuencia de la mala gestión que tiene.
Y todo esto es sólo mencionando una empresa, dentro de un ámbito. Pero, ¿Dónde dejamos todo lo demás? La crisis universitaria, el poco poder adquisitivo, la hiperinflación, el éxodo masivo de venezolanos que se han visto en la obligación de cruzar fronteras en busca de un lugar donde se pueda tener servicios básicos de calidad, solo por nombrar algunos. Parece increíble, que este grupo de personas tengan la capacidad plena de, literalmente, dañar todo lo que toquen. De haber llevado a un país a la desesperanza, de haber empobrecido una sociedad tan rica como una vez fue la sociedad venezolana.
El régimen de Nicolás Maduro tiene a Venezuela en un colapso generalizado: depresión económica, destrucción de la producción, distorsión del sistema de precios, colapso de los servicios públicos, y pare de contar. Y lo peor, es que todo ocurrió de manera sumamente acelerada, destruyendo con todos y cada uno de los servicios que algún día hicieron de Venezuela un país “normal”, pero muy rico.
Entonces, ¿existen soluciones a todo esto? Creo que la respuesta es un poco obvia, pero la hago con la intención de resaltar todas las oportunidades que ha habido de solucionarlo, y como todos sabemos, no se han aprovechado de la manera más idónea. ¿Culpa de quién? Creo que podría escribir otro artículo de opinión solamente de ese tema.
Jesús Campos
Coord. Juvenil de Comunicaciones