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Superar la noción de “pueblo” para comprender la dimensión de la sociedad, la importancia del individuo y el desarrollo de éste, entorno a una ciudad; nos requiere a todos preparados. Sin embargo, la cuestión no está en qué tan formado académicamente estés, sino en que tan formado cívicamente estamos para vivir en una nueva Venezuela.

Estar formado cívicamente es comprender que la relación estado-ciudadano no es más que un contrato. En efecto, jurídicamente hablando, así se interpreta la Constitución y las leyes que comprenden nuestro marco normativo, un contrato.

Ello implica exigir derechos y cumplir deberes. Nada habremos hecho si en un nuevo gobierno nos llega la factura de algún servicio público y cómo en socialismo no se pagaba, ahora en libertad pretenderemos lo mismo y quizás hasta algunos se quejen diciendo: “con Maduro se vivía mejor”, vaya desgracia.

Estar formado cívicamente es comprender la responsabilidad que implica vivir en libertad. Han sido dos décadas dolorosas y frustrantes que acompañan otras cuatro en la que los venezolanos han malinterpretado la libertad con la felicidad de los momentos: el alza del barril del petróleo, el aumento del salario, más bonos, está barato dame dos, etc.

La libertad no es cuestión de ganar más, sino de que prosperar más sin que nadie te limite a ello. Entonces, la libertad implica ser responsables y cuidarla como a la propia vida.

Estar formado cívicamente es reconocer el fracaso del socialismo, de las ideas que no funcionan, del rentismo petrolero, del paternalismo, del Estado que todo te lo da y del clientelismo de los políticos en el canje de intereses por votos. Reconocer esto es dar el paso que los ciudadanos venezolanos no se han atrevido a dar: colocar la balanza como se debe. ¿Quién le rinde cuentas a quién? o ¿De quién depende quién?

Sin duda alguna el estar formado cívicamente es NO perdonar cualquier tipo de corrupción o corruptibilidad, ni en el sector privado ni mucho menos en el público. Estar listos para vivir en el nuevo país que se gesta es dejar a atrás ese terrible pensamiento de: “no importa que el político robe, con tal de que haga” por el pensamiento de: “todo servidor público debe ser incorruptible, transparente y ha de rendir cuentas”.

Que propicias son estas líneas para quienes hoy ocupan cargos en el gobierno encargado. Pero más propicias para mis lectores que se van adentrando en el San Antonio en lo Alto que estamos construyendo.

Coordinador de Vente Venezuela Los Salias

Economista, con máster en gestión pública y gobierno

@FabioLValentini