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Entendemos por libertad económica, la liberalización de las fuerzas independientes de creación de riqueza. Es inevitable hablar de libertad económica y no mencionar el derecho a  la propiedad privada y el derecho a trabajar y llevar una vida dignamente donde sea espontánea, propia, y natural  la decisión de producir, consumir, ahorrar o invertir. Es uno de los ejes principales de una sociedad libre, puesto que es el sostén primordial de la libertad política y civil; además es sinónimo a nivel mundial de desarrollo, crecimiento, oportunidades y calidad de vida.

La libertad de acción individual sin coacción por parte de terceros, representada en el intercambio voluntario de bienes y servicios, nos empuja a un concepto que ha generado grandes debates y polémicas económicas, filosóficas y de corte político, en fin, un concepto complejo de implicaciones sociales (mercado), palabra  amada por algunos y detestada por otros. Una sociedad libre parte de la cooperación sincerada, consciente, e intencional entre los individuos, a lo mejor estos términos suenan conocidos y naturales entre la gente, y es que difícilmente un ciudadano con principios éticos y morales pretende obligar o ser obligado a hacer o dejar de hacer cualquier actividad.

Recordando las palabras del prestigioso filosofo y economista Austriaco Ludwig Von Mises, donde dice que: “La libertad en sociedad significa que una persona depende de las otras, tanto como las otras dependen de ella. La sociedad bajo una auténtica economía de mercado muestra que las necesidades se satisfacen en conjunto, no por un gobierno que se comporta como monarca, repartiendo y quitando privilegios. La libertad es simplemente el derecho de los ciudadanos de cometer errores y aprender de ellos, enmendar los errores y progresar, sin el yugo de un gobierno que tome decisiones por millones”.

Para Mises la economía de mercado era un sistema social de división de trabajo basado en la propiedad privada de los medios de producción, donde el Estado tiene la mínima injerencia en los asuntos del mercado. Ahora bien, el poder de elegir de un individuo se relaciona directamente con las dinámicas del mercado: mayor mercado, mayor número de transacciones, mayor trabajo, mejores condiciones de vida. Podemos decir que el mercado es el ambiente natural del comercio, una institución social caracterizada por ser un constante proceso de transacciones voluntarias  entre oferentes y demandantes  que deciden cooperar entre si de manera racional y de acuerdo mutuo para intercambiar bienes y servicios.

El contexto histórico venezolano demuestra una expansión del Estado en los asuntos del mercado, siendo este un mecanismo insostenible para dirigir la vida y destino de los individuos, a su vez atentando contra la libertad natural de cada ser mediante la coerción de un Estado paternal y omnipotente que genera dependencia y pobreza limitando el ejercicio natural de cada ser de elegir y construir su destino, en este caso los venezolanos estamos sometidos al poder de elegir de un Estado petrolero que los últimos 10 años se ha visto afectado por la ineficiencia e ineficacia de un modelo rentista clientelar cuyo margen de maniobra se ve cada día mas reducido a causa de la inefectividad de la propiedad estatal y el manejo de la renta de manera corrupta y privilegiada, sometiendo así a la sociedad venezolana a un sistema de subsidios y controles, lejos de la innovación y la competitividad limitados así a la coacción estatal y expuestos a la volatilidad de los precios y producción de crudo.

Es un sistema alejado de los incentivos del mercado y del esfuerzo individual donde se valora el Estado por encima del individuo, con estas pequeñas aproximaciones de la importancia de la libertad económica, el rol del mercado en una sociedad, el contraste entre Estado e individuo y el poder de elegir del ciudadano podemos afirmar que la lucha política en Venezuela no es por la libertad, simple y llanamente es una elite caza renta con poder político y económico que no tienen como visión objetivo el progreso y desarrollo de la nación sino continuar con la pugna constante de la lucha por el poder, corresponderá a las generaciones presentes y futuras cambiar este paradigma y convertir a Venezuela en ese país rico de verdad, donde predomine el merito, el trabajo, el orden y la libertad.