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Yo, palabra sagrada, que siempre escuchamos o mencionamos, que nos han obligado a olvidarla, desecharla y no darle la importancia que merece, palabra sagrada y perdida en este régimen socialista que nos han hecho sufrir durante tantos años, el adoctrinamiento del comunismo que ha sido plantado en nuestro país, ha hecho sufrir consecuencia de olvidar el individualismo, la gran importancia que debemos tener en cuenta que todos los seres humanos somos diferentes y que la libertad debe ser el pilar de una sociedad empoderada que lucha para hacer sus sueños reales, que lucha y trabaja por crecer y desarrollarse en una sociedad libre, libre de la igualdad, de pensamiento, de culto, de expresión, de asociación.

La colectividad nos adoctrina y nos quieren transformar nuestra naturaleza de individuo, no acepta la formación, ni trabajo, ni merito individual, no les importa el valor del ser autónomo, quiere esclavizarnos a ser iguales bajo a un régimen opresor, que solo hay ganancia para ellos, el socialismo te condena a la infelicidad, porque te obligan a como debes vivir. El colectivismo sostiene que el individuo no tiene derechos, que su vida y su trabajo le pertenecen al grupo y que el grupo puede sacrificarlo a su antojo para sus propios intereses; que la única manera de poner en práctica una doctrina de ese tipo es por medio de la fuerza bruta, el régimen agoto el conocimiento del individuo, controlaron los máximos poderes legislativos, así para controlar todo el país, por esto la salida y la migración de individuos intelectuales, que tanto necesita el país.

Yo soy, yo pienso, yo lo hare, mis manos, mi alma, mi cielo, mi tierra (Ayn Rand 1938) frases que debemos tener en cuenta, es hora de terminar de despertar de este régimen y falsa oposición socialista, que inculcan la cohabitación con criminales opresores sobre colectivismo, y igualdades nefastas para una sociedad que busca ser la ansiada libertad, pero ¿qué es la libertad? ¿Libertad de qué? No hay nada que pueda arrebatar la libertad a un hombre que no sean otros hombres. De modo que, que para ser libre, un hombre debe liberarse de sus hermanos. Esta es la Libertad. Ésta y sólo ésta (Ayn Rand, 1838).

Nací para ser libre, para ser más, para triunfar, nací para saber cada día más cosas, para valerme por mi mismo, nací par ser respetado, para ser sano y tener mis proyectos, nací para poder expresarme con libertad, nací para seguir reglas claras, reglas sensatas, por esto debemos cantar el himno “Yo, y mis hijos y mis amigos lucharemos para que llegue ese día. Por la libertad del Hombre. Por su derecho. Por su honor. Por su gloria. No conoceremos ni miedo ni titubeos. La nuestra será la guerra Santa, la Santa, la bendita y la última. Podremos perecer, más nuestra verdad seguirá adelante. Podremos caer, más nuestra antorcha es demasiado resplandeciente para apagarse de nuevo. ¿Qué importa si perecemos? Los primeros perecieron siempre. Peor yo no pienso en el peligro. Miro hacia delante, a través de los años, al sol de mi victoria. Y río. Y canto por mi triunfo. Y aquí, en el portal de mi fortaleza, grabaré en piedra la palabra que ha de ser nuestra antorcha y nuestra bandera. La palabra que nos hablará de nuestra bendición y de nuestro valor. La palabra que no morirá, aunque pereciéramos todos en la lucha. La palabra que no puede morir sobre esta tierra, porque es su corazón, su espíritu y su gloria. La palabra sagrada: “Yo”, debemos tener en cuenta cada día de nuestras vidas 3 palabras sagradas, “¡Yo lo haré!”