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De acuerdo a Kant, las matemáticas y la geometría proveen ejemplos sintéticas a priori, es decir, la aceptación de que existen causas y que cada acción se debe a una causa a priori, entraríamos en la idea y funcionamiento de una sociedad donde la realidad actual se debe a causas o principios,  y que la actuación  actual o pasada conlleva a consecuencias que responden a la acción inicial, llevando esta representación  al plano económico rescatamos la idea de Mises, quien  relaciona este pensamiento Kantiano a lo que él denomina el “Axioma de la acción”; y no es nada más que la proposición verdadera de algo real y  existente, también caracteriza a la praxeología  como la ciencia de la conducta humana  definida por el intento deliberado de pasar de una fase de satisfacción a otra de mayor satisfacción, teniendo en cuenta las condiciones del mundo real como el mercado, la propiedad, la racionalidad, los costos, ventajas, precios, medios-fines, y sus reacciones naturales, es decir,  las implicaciones que conlleva una acción donde  el ser humano actúa para alcanzar ciertos fines usando medios escasos.            

Entendiendo la economía como la ciencia de la acción humana en base a la lógica de satisfacer las necesidades que surgen de la cooperación voluntaria y beneficiosa entre individuos, partimos de esta apreciación un tanto austriaca de la economía como ciencia,  Teniendo en consideración que el concepto de política económica es como el plan de acción de un país en lo que a Economía se refiere y que a su vez busca una modificación en el comportamiento de los agentes, individuos, particulares, empresas, para dirigir sus intereses económicos hacia unos u otros sectores de la economía, también se puede decir que  es la rama de la economía que sistematiza objetivos y la mecánica de su realización actúa. Vale la pena mencionar la diferencia entre política económica y economía política, la política económica busca modificar el comportamiento de los agentes tantos individuales como los de la sociedad en su conjunto, es decir que mediante estrategias económicas de  diferentes ramas como monetaria, fiscal, cambiaria, agrícola, etc., moldea comportamientos en busca de un objetivo, mientras que la economía política no actúa, no interviene, se limita al estudio de las variables y al análisis del comportamiento de cada agente involucrado en la economía y otras ramas como el derecho, la política, la sociología y hasta la psicología.

Cuando apuntamos que Venezuela tiene la inflación más alta del mundo, crecimiento económico negativo, déficit fiscal, cierre forzoso de incontable número de empresas, fuga de capitales y una caída de la actividad petrolera, con seguridad las políticas económicas emprendidas en ese período no fueron del todo coherentes ni efectivas. La actual gestión gubernamental no ha producido esfuerzo alguno para promover la productividad y el crecimiento económico.

Se puede reflejar la intención u objetivo de las medidas en materia económica adoptadas en Venezuela los recientes años: una economía caracterizada por altas tasas de inflación, expropiaciones, participación  del Estado en gran cantidad de empresas, largos periodos de contracción económica,  perdida consistente del valor de la moneda, escasez de productos, dependencia del BCV  al gobierno, altos índices de pobreza, ínfima inversión privada extranjera, aumento exacerbado del gasto público, endeudamiento externo desproporcional, en fin, una serie de perturbaciones y desequilibrios en los principales indicadores económicos y sociales, la destrucción del aparato productivo, la transformación de la sociedad mediante una crisis inducida, especificada por desfalcos multimillonarios, corrupción, y bochornosos episodios de nexos con mafias y bandas criminales, los años del difunto Chávez al mando del timón de la revolución socialista no dejaron ver a profundidad en el sistema  lo neurálgico de sus componentes de naturaleza criminal, y era más bien achacado el problema a casos de corrupción, mal manejo de la administración pública y sesgos ideológicos. Con el pasar de los años cada vez se evidencia más  el coctel de  actores e intereses que confluyen sobre suelo venezolano dando así respuesta a la causa de la crisis y a la inefectividad para el bienestar social de las políticas económicas.

El manejo del caos y la incertidumbre han sido algunas de las constantes a la hora de aplicar medidas económicas de repercusión social, el éxito de quienes ostentan el poder para perpetuarse en el mismo no responde a las demandas sociales y condiciones de cautiverio a las que es sometida la población venezolana, por ende el rol de quienes usurpan el poder del país no es satisfacer las necesidades de los venezolanos, No tomar las medidas necesarias o correctivos que generen una opción real de bienestar indica la naturaleza de esta toma de decisiones y es que la intencionalidad del régimen que usurpa el poder no es el bienestar de la población sino la sumisión y el clientelismo, usando el caos, la zozobra, el hambre y la pobreza como mecanismos de control social. Es por ello que las políticas económicas  puestas en práctica obedecen a un plan, cuyo objetivo es la permanencia en el poder, su divergencia en resultados de prosperidad y estabilidad con medidas ortodoxas no son casuales.   

La política económica venezolana enmarcada en el plan del socialismo del siglo 21  obedece a una línea de acción estatista e intervencionista que no respeta la propiedad privada y que derrumba las bases institucionales del Estado venezolano, la Imposición de un modelo fracasado que colapsó la estructura económica de tradición rentista a base del petróleo y sus derivados y también ocasionó el desmayo de un país que cuenta con grandes reservas naturales  y ventajas sobre los otros de la región, generando una involución en la sociedad, si bien es cierto que desde hace 60 años del intento de democratización en Venezuela se presenciaron problemas económicos, en la actualidad se arrastraron todos los problemas y se profundizaron generando más.

El financiamiento de misiones, las regalías y subsidios improductivos de corte populista, la nula atención al sector productivo, entre otros, son algunos de los reflejos de estos actos que desfavorecen la libertad económica, el emprendimiento y la productividad, provocando la expansión del Estado y de sus actividades en la economía venezolana y generando por consiguiente una improductividad que se ve cada día mas marcada con la disminución de la producción y precios del petróleo, una economía mono productora cuya única fuente de divisas se ve en aprietos por la mala administración y por ende repercute al aparato dependiente de diferentes ramas de la economía  creado de forma orgánica y reaccionaria a la renta petrolera, nos deja ver la constante tendencia a la hora de hacer políticas económicas de no diversificar la economía y seguir siendo dependiente de la renta de una sola actividad, sin embargo el trasfondo de la destrucción del país acata a plenitud el manual de sumisión y control colectivista del comunismo  aplicado en la China de Mao, la Cuba de los Castro, la extinta URSS con la red sóviets, y  hoy usando a Venezuela como experimento social mientras los poderíos comunistas y las redes anti occidentales extraen los recursos naturales del país de forma ilegal, operan libremente sobre territorio venezolano, y tejen alianzas criminales con mafias, carteles y grupos armados del continente.

La complejidad de la realidad amerita fuerza, coraje y contundencia. Para reactivar el aparato productivo de Venezuela se necesita más que políticas económicas y tratados convencionales con otras naciones, se necesita un presidente acorde con las demandas ciudadanas, decidido a luchar por la libertad y dispuesto a concordar  planes  avance con  los gobiernos fuertes y comprometidos con el progreso, el desarrollo y la paz de la región.              

@luismoretve