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       Atrás quedaron los días en que en tiempos decembrinos éramos un pueblo bullicioso, enérgico, con una dinámica propia, un movimiento comercial agitado, vigoroso y vertiginoso, en lo referente al comercio rural, donde los agricultores y los ganaderos vendían y almacenaban los productos alcanzados por su esfuerzo, perseverancia y determinación en la época de lluvias, al igual que su comercio urbano. Estos productos obtenidos, financiados por la banca pública y privada, además de otros medios de financiamiento privado, quedaron en el olvido como resultado de malas políticas económicas, de seguridad personal y jurídica, que tenían como norte la quiebra y abandono del campo, así como el resquebrajamiento de esta simbiosis perfecta. Es una política de Estado llevada a cabo por este régimen criminal e implementada a lo largo y ancho de todo un país.

     Atrás quedaron los tiempos que los mataderos industriales, establecidos en diferentes zonas del país, hoy en día expropiados, anteriormente estaban abarrotados de animales de la zona listos para ser beneficiados, cuyos productos tenían como mercado las grandes ciudades del país, dinámica necesaria para cancelar los financiamientos o créditos, las ganancias obtenidas se reinvertirían para el desarrollo de las unidades de producción, en la misma localidad, generando trabajo y bienes de servicio.

   Atrás quedaron los patios de estacionamiento, llenos de camiones, gandolas de diferentes marcas y capacidades de carga, de las empresas receptoras de cereales, en estos tiempos actuales dichos estacionamientos están vacios, obvio por la falta de producción, lo que están es llenos de perros solitarios que deambulan buscando algo que comer, remolinos de tierra y basura, producidos por una brisa melancólica de otros tiempos mejores.

   Atrás quedaron los días que venían choferes de camiones con sus respectivas unidades, que ayudaban a sacar todas estas cosechas de los campos, puesto que las unidades oriundas no daban abasto para la cantidad de toneladas de cereales que producía la zona, también venían dueños de cosechadoras de otras partes del país, con sus operadores, ayudantes y mecánicos, a ofertar sus servicios y otra gran cantidad de personas que venían también a realizar la cosecha a mano u otras actividades relacionadas como el repase o coqueo.

Así también se encuentran los comercios de ropa, zapatos, telas, licorerías, salones de fiestas, restaurantes, puestos de comida, entre otros, con una gran melancolía de otros tiempos mejores. Comercios, algunos pocos, que con suerte llegaron hasta este tiempo, no sin sortear un vendaval de dificultades económicas  y no fueron vendidos o cerrados por estos 20 años de pesadilla y desgracia, que en esta época de fiestas, por ser diciembre, tenía su ambiente y dinámica particular de alegría, los cuales permanecían abarrotados de mercancía, nacional e importada, clientes deseosos de comprar, al igual que los abastos de comida, víveres, panaderías y carnicerías en busca de los añorados ingredientes de la tradicional hallaca,  el pan de jamón, el pernil y por qué no la carne para parrilla y la carne para asar en leña y acompañar con yuca o casabe. Que seguramente este año serán pocos los que disfruten de esta singularidad gastronómica no solo de la zona, sino del país.

     Todo esto quedo atrás, en un efímero recuerdo y nostalgia, todo empezaba en el mes de octubre y terminaba en febrero, para lo que pudo ser, fue y ahora es nada. En donde la nostalgia de las personas que vivimos estas épocas de bienestar, desarrollo bullicioso y movimiento frenético de vehículos nuevos y usados, camiones,  gandolas, cosechadoras, personas a pie en búsqueda de las mejores ofertas para realizar sus compras de ropas de marca, caleteros brindando sus servicios, camiones 3.50 cargados en un ir y venir de los campos de producción, esquivando dificultades e inseguridad en los caminos de tierra de este municipio, de verdadera producción muy lejos de la producción de papel de un burócrata del gobierno de turno o de enchufados que a los “realazos» dicen producir algún bien,  los cuales divagan en una fantasía que quieren imponer a la fuerza, a un pueblo que lucha todos los días para no sucumbir o morir .

Ojalá que esta pérdida y la nostalgia de tiempos mejores nos enseñe a valorar y querer el verdadero trabajo productivo, honesto, honrado y sacrificado, valores que necesitamos rescatar a la brevedad posible para también poder rescatar la Venezuela que añoramos y queremos en el futuro, los hombres y mujeres que bajo estos valores vivimos en tiempos de ayer y de hoy, debemos unirnos para rescatar a este gran país que ha sido secuestrado y violado, por este agonizante, perverso, malévolo, degradante y corrupto sistema que nos agobia y nos asfixia de forma sistémica y constante. 

 Venezuela será como el ave fénix, que renacerá de las cenizas, resurgirá con más fuerza y valores, con gente honesta y trabajadora los cuales tendrán como norte siempre la excelencia, luego de esta desgracia habrá un futuro mejor. Para exigir y nunca quedarnos callados a los nuevos dirigentes que saldrán y de esta manera nunca más caer en esta ignominia a que hemos estado sometidos durante tantos años.                       

“El éxito es la suma de pequeños esfuerzos que se repiten cada día”.

 USEMBASSY.VE. 

Ernesto Rodríguez

Secretario político de Vente Venezuela en el municipio Pedro Zaraza del estado Guárico.