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Sin duda, Venezuela nos espera a todos aquellos que nos preocupamos por que su presente cambie, pero más allá de cualquier cambio aparente en la realidad, debemos internalizar que este no se dará por completo mientras predomine en nuestra columna vertebral el malestar de la vieja escuela política: sí, es una escuela, que replica todo aquello que tanto daño nos hace.

El factor de vieja escuela política es crucial como objeto de estudio, pues va más allá de un simple accionar, un simple discurso, o un simple cogollo. Es la expansión sistemática del criterio único, donde todo aquel que manifieste desacuerdo al común ideario es visto tal cual plaga a la que hay que exterminar ¿Alguien dijo totalitarismo? Pues sí, es un totalitarismo de bases, cuyo propósito es amordazar progresivamente el razonamiento de los individuos.

Sin lugar a duda, el origen de todo esto es claro: el poder. Si bien hay muchas definiciones, estas son irrelevantes al momento de describir -de manera práctica- lo que está sucediendo con Venezuela, para muestra un botón en nuestro día a día de lo que eso significa.

La incapacidad mostrada por los resultados es matemática pura, nada puede generar un número positivo cuando la única cifra es cero.

En política, esta cifra (el cero) es la representación de todos aquellos cargos que se ocupan abusando del poder, el mérito desde su inicio es nulo, y su desarrollo es una mera demostración de poder. Ahora bien, nuestro deber es lograr que ese «poder por el poder» conlleve a esos actores a perder al mismo. Titánica labor. ¿Nuestro mayor enemigo? Nosotros mismos. Sí, sin duda somos aquello a lo que más debemos temer, pues es nuestra persona la que busca cesar la incapacidad política. Fácilmente se podría distorsionar en personalismo y más totalitarismo.

El personalismo viene siendo la enfermedad política más aceptada y glorificada. Desde nuestro génesis como Nación prevaleció la figura poderosa, salvadora, liberadora: el caudillismo. Este se fue modificando y evolucionando pero no desapareció, todo lo contrario, se hizo más fuerte. Los «líderes» son vistos tal cual mesías que viene a protegernos de los males y resolver nuestros problemas, pues ellos son los indicados -elegidos- para este propósito.

Luchar contra esta vieja escuela política es la mayor demostración de coherencia e irreverencia que podemos darle al mundo, pero más que nada, a esos ciudadanos que están adoctrinados y encerrados en la monotonía de aplaudir como focas los gritos y «discursos» sin sentido que vociferan los fósiles de la política.

El camino es culebrero cuando se busca generar el quiebre de la vieja escuela política, la hipocresía es el común denominador y las injurias no tardan en llegar. La certeza de que el rumbo es el indicado será experimentar el rechazo, ese ataque incisivo, quedando comprometidos a no retroceder ni un poco en nuestra convicción para colapsar de una vez por todas, ese nefasto sistema. Sin que nos tiemble el pulso (al escribir, obviamente) en cualquier momento.

Por eso, mi norte nunca será ser políticamente correcto ante los ojos de los «políticos» actuales, pues ciertamente voy en contra de esa vieja escuela política.

Venezuela te espera, lleva esperando siglos a que se produzca la ruptura de esa maldición que opacó esta tierra de gracia. Es hora que se acabe eso que tanto daño nos ha hecho, el cambio está en ti.

@josevicenter_