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Me motivo a escribir estas notas el día de la juventud con grandes nudos en la garganta y los ojos llenos de lágrimas. Ser joven hoy en Venezuela es sumamente complejo, es la constante zozobra del pensar en un futuro que, de por sí incierto, en Venezuela más difícil se hace planificarlo, trabajarlo o siquiera pensarlo.

Esta etapa de la juventud en donde en el mundo los muchachos se definen sobre sus estudios superiores, sus próximas propiedades y la conformación de una familia, en Venezuela mis contemporáneos se debaten sobre seguir o dejar la universidad para dedicarse a trabajar, batallar todos los días contra el hambre, la delincuencia y la crisis humanitaria compleja que asesina a cientos de venezolanos todos los días y por supuesto, quedarse en Venezuela y resistir o abandonar la tierra que los vio nacer.

Por ello, la opción de la política dejó de ser para mi generación un oficio o un pasatiempo y pasó a ser una decisión existencial, quienes nos decidimos quedar en Venezuela lo hacemos conscientes de que nos enfrentamos a un mal que busca acabar con nuestra vida, por ello, debemos dedicar nuestra energía para acabar con ese mal. Vivir en Venezuela no tiene ningún tipo de sentido si no se le hace frente al comunismo.

Yo entendí esto hace unos seis años atrás, desde entonces he estado en la militancia estudiantil haciéndole frente a la dictadura hasta que decidí alistarme a las filas de una organización que me proponía una lucha verdadera contra este mal que se expande por toda la región, que me ofrecía un espacio de lucha en donde las opiniones no iban a ser censuradas y en donde los principios guiaban las decisiones y no lo hacía el billete y la corrupción. Por esto estoy en Vente.

Ser de Vente resulta una labor quijotesca, no es sólo enfrentarse a los asesinos que nos gobiernan sino también en ocasiones lidiar con ataques provenientes de la misma oposición con intenciones de manchar la moral de nuestra organización. Nos ha tocado asumir posturas que nos han dejado separados de la dirigencia de otrora de la oposición, pero nos ha bastado quedarnos al lado de quienes sí se han mantenido firme: los ciudadanos.

Pareciera una actitud terca y arrogante. Pues sí, de tercos se nos tilda por siempre ir por un camino sin desvíos de lo que creemos. Pues sí, eso somos, y lo que no somos: una dirigencia endeble que cambia de opiniones dependiente de tales o cuales circunstancias. Sí, eso no somos. Nos llaman arrogantes y descalifican a quienes no se han quebrado, a quienes se han mantenido firme, a quienes puede fácilmente ser ejemplo del futuro servidor público que merece este país: transparente, honrado, noble, justo y con mucho coraje.

Por eso estoy en Vente, y hoy día de la juventud, me enorgullece decirle a todo pulmón, con esa gallardía que caracteriza a los jóvenes, con ese ímpetu con el que hemos decidido quedarnos en el país para luchar hasta vencer. ¿Nuestra preocupación? Desmontar la estructura del Estado Terrorista. Nuestra ocupación: Trabajar en ello todos los días.