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Si nos remontamos a finales del año 2015 y toda la euforia, esperanza y alegría cuando arrasamos en la elección parlamentaria que representaba la luz al final del túnel para el sufrimiento y la tiranía  que hoy padecemos los venezolanos, es válido preguntarse ¿qué fue lo que sucedió?.

¿Qué sucedió con quienes se comprometieron a sacar a Maduro y las mafias? ¿Qué paso con “es la última cola”?  ¿Dónde quedó el “lo bueno viene ya”? Fueron 112 diputados que llevamos al parlamento para que estos trabajaran por la libertad y prosperidad de la nación.

El año 2016 se resumió en desincorporar a los legítimos diputados de la Asamblea Nacional, error imperdonable, y en la euforia de sacar los cuadros del tirano Chávez, sin obviar unas que otras frases del señor que se dobla para no partirse. No hubo libertad.

En el 2017 se declaró el abandono del cargo de Nicolás Maduro, más de 130 muertos, heridos y detenidos en las protestas desarrolladas entre abril y julio. La consulta sin destino, el 16 de Julio fue la declaración de desobediencia civil más grande de nuestra historia, luego de ella la  falsa oposición fingió demencia, y así llegamos a la “elección” de agosto de la Irrita constituyente. No obstante, un sector de la oposición participó en la farsa electoral para gobernadores, en la cual la promesa fue conquistar 19 estados y la verdad es que el chavismo se quedó con 17 y la no juramentación del zuliano Juan Pablo Guanipa conllevó a repetir el proceso en la entidad, permitiéndole a Omar Prieto llegar al poder en el Zulia.

Año 2018. Inició convulsionado, primeros días del año y ya el saqueo estaba en ejecútese, la masacre de El Junquito donde fueron asesinados Oscar Pérez y 6 ciudadanos más de la forma más criminal, inhumana y descarada del régimen. Aún así, la oposición aceptó una vez más ir a un proceso de diálogo con criminales, narcotraficantes y mafiosos, la locación fue Dominicana, y sin sorpresa alguna no hubo acuerdo ni resultado positivo para la ciudadanía.  Pero eso no era suficiente, el 20 de mayo del mismo año se legitimó a quien ya se llamaba usurpador al participar en la elección presidencial sin condición alguna para competir libre y justamente.

El pasado año 2019, un año de expectativas tan o más altas que el mismo 2016, un presidente interino reconocido por la Comunidad Internacional, las manifestaciones más grandes de nuestra República, una ciudadanía firme y dispuesta a todo por conquistar la libertad, que una vez más fue burlada, y es que no, nunca fuimos bien, jamás iba a entrar la ayuda humanitaria “sí o sí”, lo único que era certero es que mientras todo esto sucedía unos pequeños se enriquecían, y Venezuela moría, sus ciudadanos huían por las fronteras, nuestras esperanzas se diluían, las incoherencias de la dirigencia política hicieron que la gran oportunidad que teníamos se diluyera.

Oportunidades mal aprovechadas, errores garrafales, cohabitación y tantas otras cosas y hoy son las mismas caras y nombres quienes tienen aspiración electoral, venderán mil promesas y participaran en otra elección fraudulenta. Pero Venezuela y sus ciudadanos no serán cómplices, se les acabo el chantaje.