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(La Asunción. 23/03/2020) En estas horas menguadas que sacuden al mundo por esta pandemia que representa el Covid-19, hoy esta Venezuela desangrada, destruida y desgarrada viendo a su gente morir de penuria, hambre y por no tener medicamentos para sus enfermos. Y por si fuera poco, nos toca enfrentarnos a este virus letal que cobra vidas humanas sin cesar en el planeta.

Hay que destacar que los venezolanos ya venimos cargando en nuestros hombros una tragedia nacional, que la estamos padeciendo un casi un 90% de la población y la misma está dejando consecuencias devastadoras en la sociedad.

EI Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y el proyecto de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), nos han plasmado  de manera categórica y alarmante en los últimos meses, cómo el producto interno bruto se ha desplomado, casi la mitad de los hogares venezolanos son pobres, más del 80% de los venezolanos no tiene los ingresos suficientes para comprar alimentos e incluso el panorama está tan comprometido que hasta la esperanza de vida se ha reducido en varios años.

Esto sin mencionar cómo han mermado las fuerzas de trabajo que ha desembocado en una reducción de más del 25% el empleo formal, el aumento alarmante de la desocupación y la diáspora que ha obligado a cerrar muchas empresas o reducir de manera importante los márgenes de producción y efectividad  en mercados e industrias nacionales.

Merece igualmente alerta el panorama de la educación con la notoria pérdida de su cobertura  ya que únicamente  la mitad de los menores escolarizados asiste regularmente a clases afectados tanto por la crisis económica, como por la destrucción de toda la estructura de los servicios públicos a lo largo y ancho de la geografía venezolana.

Frente a este nuevo panorama social que nos trae la llegada del la pandemia, se nos presenta una situación aún más grave para los venezolanos, para el trabajador del día a día, el empleado público, el taxista, el chofer de autobús, los maestros, para nuestros abuelos, hoy jubilados, que muchos han tenido a convertirse en buhoneros o deambular por la calles a diario para encontrar el pan de cada día.

¿Cómo se mantienen ellos en cuarentena? ¿De qué vivirán si viven del día a día? ¿Qué comerán? ¿Quién les  va suministrar sus alimentos y medicinas durante esos 30 o 40 días que tengamos que resguardarnos?  Cómo se mantienes hacinados a los ciudadanos en sus casas si no hay un gobierno que les garantice el derecho a la vida ni a su seguridad ni siquiera en el estado de emergencia como el que hoy vivimos.  

Bajo estas circunstancias contener a nuestros ciudadanos en nuestras casas por muchos días sin salario digno, sin comida, sin medicinas y sin trabajo es una tarea difícil . La pregunta real sería ¿Morir de hambre o infectado?  Fuerza y coraje Venezuela.

Bower Rosas