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(San Juan de Los Morros. 08/04/2020) Mientras el régimen continúa matando de hambre y destruyendo el sistema de salud venezolano, hay algo más que continúa deteriorándose en los ciudadanos, la salud mental.

Un refugiado o exiliado es, de por sí, una persona resiliente capaz de dejar todo atrás ante el peligro que corre su vida en un país donde el Estado no provee de las condiciones básicas para vivir. Igual de resiliente es el que se queda y hace frente a la adversidad dentro de un país que ha sido tomado por mafias. Una guerra no convencional y el éxodo obligado de millones de venezolanos han puesto en primer plano este drama, en el que la resiliencia ocupa un papel clave en la salud mental.

Los venezolanos somos resilientes, somos gente buena que a la adversidad le brinda una sonrisa; sin embargo en estos momentos difíciles debemos alimentar aún más esa capacidad. La crisis que atravesamos hoy se agudiza más con el paso de los días, dejando al descubierto el resultado maligno de un modelo fríamente calculado para tener abatido al ciudadano con el único fin de ejercer un mayor control social, típico de los regímenes totalitarios.

Quienes hoy se creen dueños de nuestro país han inculcado en la sociedad emociones negativas que han generado un estrés y ansiedad permanentes, alterando de tal manera la salud mental del ciudadano. Con mano de hierro ejercen el poder desde las bases del resentimiento, desplegando una serie de antivalores como el odio, la corrupción y el rencor, disminuyendo cada día nuestra capacidad de asombro ante la banalización del mal.

Debemos transformar las emociones negativas en positivas para lograr nuestro anhelado objetivo: la salida de las mafias del poder, y con ella, el retorno de la libertad y el Estado de derecho en Venezuela. Cuando todo esto ocurra deberemos tener un Estado que promueva políticas preventivas de promoción de la salud mental como instrumento para contribuir a los problemas sociales que hoy son muchos, ya que son más de 20 años de resentimiento y odio desde el poder.

En libertad tendremos un Estado que erradique el control social como medida para disminuir el impacto que el estrés y los agobios tienen en la conducta del venezolano. Estoy seguro que con nuestra resiliencia y la esencia de nuestra venezolanidad lograremos transformar la violencia y el odio en respeto y tolerancia, la injusticia en una justicia real y por supuesto alcanzaremos la libertad y la democracia para reconstruir desde las bases a la nación, transformándola en una Tierra de Gracia.

José Ricardo Quijada