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Más que conocidas y justificadas han sido las razones por las que millones de venezolanos decidieron emigrar a otros países, dejando atrás a sus familiares, amigos y deteniendo por momento su sueño de progresar en una Venezuela hoy arrasada por el socialismo chavista.

Miles de noticias, videos e imágenes hemos visto de multitudes de hermanos viajando a pie, pasando miles de vicisitudes, con los bolsillos y el estomago vacíos, pero con el corazón inundado del sueño de poder progresar para ayudar a sus familias. Son esos venezolanos los que también tienen la esperanza del reencuentro con sus seres queridos, los que quedan secuestrados por el hambre y la desidia impulsada por Nicolás Maduro y su régimen.

En el exilio se viven varias caras de la moneda: algunos triunfan, otros trabajan de manera modesta, pero lo suficiente para comer decentemente y mandar algo como remesa. En cambio, otros menos afortunados viven el día a día en las calles, ganándose la vida como sea, incluso comiendo de la basura.

A ese extremo ha llevado el odio que siente Maduro por el ciudadano venezolano. Mientras, los que aquí quedamos vivimos en el país con el salario más bajo del continente, con deficiencia en los servicios básicos, con crisis de salud y con dificultad para adquirir alimentos en medio de la pandemia del Covid-19 y esta situación de crisis mundial ha cambiado de manera radical la vida de muchos hermanos venezolanos en el extranjero hoy expulsados, humillados y sin mas opción que regresar.

Ante esto se ha anunciado ese retorno de venezolanos como un logro digno de resaltar. Algunos voceros y activistas del régimen que usurpa el poder han hecho fiesta, vociferando que algunos retornan porque se dieron cuenta de que Venezuela es el paraíso del que nunca debieron irse. Saben que miles huyeron del régimen para simplemente no morir de hambre. ¿De verdad es este el regreso soñado? ¡Por supuesto que no!

La gran mayoría de los hermanos venezolanos se fueron con el sueño de regresar pronto a una Venezuela libre de socialismo, a una Venezuela donde baste el fruto del esfuerzo individual para vivir dignamente, a una Venezuela donde el Estado no persiga al ciudadano exitoso, sino que lo estimule a crecer mucho más.

En definitiva, a una Venezuela Sin Maduro y sus mafias. No es tiempo de romantizar la tragedia de quienes regresan huyendo de una pandemia a un país que no está en condiciones de prestar un servicio de salud digno a sus propios ciudadanos, pero sí es tiempo de seguir alzando la voz, de seguir fortaleciendo la organización ciudadana para un cambio de raíz, como lo exige la mayoría de los venezolanos.

Una transformación social a un país donde haya justicia, sin impunidad y sin privilegios para quienes han destruido la vida del venezolano. Venezuela renacerá muy pronto y sobre esta tierra arrasada haremos renacer la mejor cosecha. Será tal la abundancia, que sí llegará el regreso soñado para quienes se fueron soñando un mejor futuro.  

Twitter: @adriantucupido