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La siguiente exposición persigue plasmar una breve inquietud, a modo de observación simple, destacando aspectos comparativos relacionados con el devenir del aprovechamiento de la actividad científica en el campo de la salud pública en Venezuela en los siglos pasados y presente, con motivo de la denominada pandemia Covid-19, partiendo de la premisa que para siglo XX, el país tuvo importante presencia en la participación de la lucha contra enfermedades catalogadas como endémicas y respecto las cuales se propuso su erradicación.

Dicho lo anterior, es pertinente destacar que, con la llegada al poder de la mal llamada revolución del siglo XXI (elección presidencial 1998),  los avances que se habían concretado en el campo de la medicina venezolana en el siglo XX, particularmente durante el proceso democrático iniciado en el año 1958, se han visto estancados exponiendo un franco deterioro en el sistema de salud pública, dejando atrás décadas de investigación científica.      

Cabe destacar que, es a raíz de las políticas de corte estatista, centralistas y comunistas aplicadas al campo de la medicina, en sus roles universitario, investigación y sistema de salud, que se comenzó a experimentar un franco deterioro, progresivo y constante hasta llegar al punto que percibimos hoy con resurgimiento de enfermedades que se encontraban erradicadas desde el siglo pasado como malaria, tuberculosis, difteria, entre otras, debido a la notable intervención de científicos venezolanos y toda una gama de destacados profesionales en el campo sanitarista.

La destrucción de esta área del conocimiento de vital interés para la nación no fue un hecho aislado. La realidad ha llevado a comprobar que se corresponde a una estrategia premeditada y calculada fríamente por el régimen en su afán de someter a la población a través de la fuerza, el amedrentamiento y la ignorancia. Estas políticas comunistas no solo destruyeron el sistema sanitario y universitario, sino también arrasaron con todo el andamiaje (económico, social y de servicios públicos) que se había logrado construir en gobiernos anteriores solo con el fin macabro de imponer  el control social. 

Lo anterior generó un gran rechazo y férrea oposición a estos métodos esclavistas por parte de la sociedad venezolana que en su inmensa mayoría se propuso no someterse a las disposiciones del régimen. Es relevante destacar que, sin duda alguna, las acciones destructivas del régimen en contra del sistema de salud venezolano nos coloca en una  vulnerabilidad extrema ante la actual pandemia que azota y hace estragos en todo el mundo como lo es el COVID-19 o Virus Chino, por el terrible escenario que vivimos los venezolanos, y el profundo miedo generalizado en la sociedad de contraer el virus.     

En ese particular, nuestro instinto de conservación natural nos insta a actuar rápidamente, aplicando todos los protocolos recomendados por la Organización Mundial de la Salud, que implica el uso de tapa boca, el distanciamiento social y la cuarentena. Es notable resaltar enfática y conclusivamente que en las condiciones actuales de un inexistente sistema médico-sanitario donde fue inducida su destrucción por el régimen criminal, la sociedad venezolana no está preparada para hacerle frente lamentablemente a dicha pandemia de carácter global, ya que esto requiere una gran logística operacional en todos los ámbitos tanto en lo económico, como de servicios públicos óptimos y desafortunadamente con tales recursos el Venezolano de a pie no cuenta.

A pesar de esta desconsolable realidad soy optimista, porque sé que  formo parte de una de las sociedades más luchadoras, aguerrida que jamás se doblega por difícil que sean las circunstancias, que solo nos mueve nuestro afán inquebrantable de libertad y justicia. 

Y por amor al prójimo estamos dispuestos a entregar nuestras vidas para vivir en libertad. Como bien lo dijo nuestro joven mártir asesinado vilmente por el régimen en el 2017, Neomar Lander. «La lucha de pocos vale por la libertad de muchos.»

QUE VIVA VENEZUELA LIBRE