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A campo raso

Quienes hemos venido escribiendo durante años sobre la tiranía chavista-madurista, al ritmo cronológico y movilidad de la misma, ya pudiéramos ir cerrando el último capítulo de esta tiranía real, cuyas etapas las hemos definido en cuatro episodios, los cuales serían: crisis, caos, colapso y tragedia. 

Tragedia que si fuera de la mitología griega solo se salvaría el dios Cronos. Pero es muy real, esta tiranía (en efecto, nos referiremos por ahora a someramente al último episodio, puesto que los anteriores, a estas alturas de la realidad, no vale la pena referirlos). Ya era demasiado el colmo cuando el 18 de mayo de 2018 la tiranía madurista ejecutaba el segundo fraude electoral, es decir: agudizaba la tragedia.

Ni dentro del país ni fuera de nuestras fronteras se reconoce ese «triunfo», porque fue un fraude. En esos días su aún comprador de petróleo EUA le dijo: «No más. No reconocemos a ese gobierno como legítimo”, a lo cual le siguió más de medio mundo entero: «Maduro no es legítimo, hizo fraude de nuevo», no por Falcón ni por el apóstata Bertucci sino porque las mayorías del pueblo venezolano no estaban convocadas para esas elecciones trampeadas.

Fue una elección entre culpables de la tragedia, colaboracionistas y cómplices del régimen tiránico y corrupto, ambientadores de la tragedia tiránica.

Consumado el fraude, el país hambriento, enfermo y desnutrido al máximo, terminó huyendo por las fronteras para completar el número del éxodo más grande del mundo contemporáneo:7 millones de venezolanos.

Hambre al extremo. Pobreza máxima. La salud rodando por el piso. Los medios de comunicación, sobre todo los del medio impreso, terminaron de cerrar en su mayoría. La persecución política hizo su agosto; ya antes el régimen tiránico -en 2017- había acabado con la vida de más de 150 jóvenes, mientras que otra gran parte de ciudadanos huían a otros países.

Una Asamblea Nacional constituyente que hace estragos con sus abusos, propiamente también fraudulenta. Una hiperinflación que llegó con Maduro y aún no se ha ido, que cierra con porcentajes escalofriantes hasta de un millón porcentual, lo cual en sí mismo es una tragedia nacional.

Encima, el país le ha pedido a Maduro «n» veces la renuncia, la dimisión, que se vaya o lo que sea, que huya incluso, el mundo también se la ha exigido, pero nada, la tiranía no cede; es criminal.

Arruinó todo, no produce ni un litro de gasolina, teniendo el país la refinería más grande del mundo. Las llamadas empresa básicas de Guayana están en la ruina. La tiranía ha usado el coronavirus para esconderse detrás del mismo y ahora el país perece en la absoluta hambrazón, no mata nada más el virus, el hambre marca la muerte en los barrios más pobres.

Hasta ahora, el mundo le ha pedido al régimen la salida de distintas maneras, pero nada, la tiranía prefiere seguir sometiendo al país en la tragedia; con la cual terminará el último episodio de 21 años, casi todos trágicos para Venezuela.

Eleazar Contreras G.