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La cancha multideportiva de la parroquia Albarico, en el municipio San Felipe, estado Yaracuy, constituye un escenario representativo del abandono de las perennes visitas que le hacía la juventud vibrante y enérgica de la comunidad; así como del descuido y carencia de toda gestión de mantenimiento.

Mucho se ha dicho sobre los efectos que tendrá a futuro el decreto de cuarentena social sobre la economía, el sector laboral y sobre el sector académico; pero hasta ahora, no se ha dado relevancia puntual a las consecuencias que pudiera acarrear la falta de actividades deportivas en los jóvenes, en lo que respecta a su formación física, moral y espiritual. Tratándose de niños y adolescentes sin acceso a internet, muchos sin acudir a la escuela por no contar con zapatos o desayuno para cumplir con la asistencia a sus planteles, sin muchas opciones para distraerse en su tiempo libre; en este caso, la cancha suele ser su espacio de entretenimiento y entrenamiento, algo así como el templo de prácticas sagradas para ellos; donde no sólo fortalecen su constitución física, sino también donde interactúan y robustecen conocimientos, experiencias y se mantienen ajenos del ocio, del delito o hasta del recuerdo de la hambruna que habita en sus casas.

En esta cancha se han formado atletas de alto rendimiento en disciplinas como baloncesto, voleibol, fútbol sala y atletismo, quienes con su esfuerzo, habilidades y destrezas, han conseguido elevar en los codiciados pódium, el nombre del estado Yaracuy. Sin embargo, la falta de apoyo en todos los ámbitos, ha limitado las posibilidades de éxito de estos jóvenes virtuosos, orgullo de Albarico. Los méritos acumulados para optar a becas e incentivos, fueron desestimados por una pésima política deportiva, agravada con la estrepitosa caída de la economía nacional, en la que resultan afectadas no solo las infraestructuras de deporte, sino también el aparataje logístico necesario para apoyar las carreras deportivas.                                                                   

Si bien es cierto, el Coronavirus podría perjudicar fatalmente al 3% de una población, el aislamiento social que detiene los entrenamientos deportivos terminaría afectando a más del 60% de los jovencitos entre 8 y 22 años de edad. Es preocupante la poca importancia que se le ha dado a la preservación integral del tesoro más grande que tiene la nación: La juventud.

Por su parte, encarcelarse en cuatro paredes, sin forma de escapar de su infortunada realidad, pudiera aumentar en ellos la temperatura de su ímpetu con resultados nada alentadores para la sociedad. Del recorrido que se hace a través de las aceras del barrio, se escucha desde adentro de las casas los regaños de los adultos, con intenciones de apaciguar la energía encerrada de estos jóvenes.

Algunos de ellos, ingenuos de los riesgos que implica desafiar la cuarentena y la fuerza pública que pretende contenerlos, salen a todo evento, a jugar entre los escombros y la suciedad de su templo deportivo favorito; inclusive, se les ha visto limpiando la infraestructura y acondicionándola según las medidas de sus posibilidades. Desde un prisma comprensivo y empático puede leerse tal desobediencia inmadura, empero, a pesar de las adversidades y problemas, nuestros jóvenes están dispuestos a salir adelante. Esperemos que estas travesuras no terminen siendo castigadas por la naturaleza, ni por los agentes de seguridad del estado.

Roger Figueira

Coord. de Asociaciones Ciudadanas

Parroquia Albarico, municipio San Felipe, estado Yaracuy