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En un intento de describir ilustrativamente  la situación actual política, económica y moral de Venezuela, la primera entrega de este artículo la iniciamos haciendo una analogía entre las consecuencias ocasionadas con el vendaval socialista en Venezuela y la trama de la novela de Margaret Mitchell “Lo que el viento se llevó”. De esta visión surgió la idea para intitular el presente artículo. En esta oportunidad abordamos de manera sucinta los infortunios ocasionados por el socialismo del siglo XXI y las consecuencias de esta experiencia de sistema político para los venezolanos.

El llamado socialismo del siglo XXI, instaurado en Venezuela, simboliza entre muchas de sus desaciertos, un golpe a la propiedad privada, derecho fundamental de los ciudadanos. Éste se ha caracterizado por tener como política de Estado las expropiaciones de fincas, fábricas, comercios y muchas propiedades. Estas acciones se han traducido en disminución de la producción y hambre para los ciudadanos en este país.  Asimismo, éste saqueó la industria petrolera, derrochando  recursos  hasta convertirla en una industria que ni siquiera puede sostener los gastos del país. Para marzo 2020, apenas se  produjeron aproximadamente 660 mil barriles de petróleo por día en comparación con los 3,2 millones de  barriles producidos a finales de los años 90.  Ha sido una constante en los gobiernos venezolanos asumir que somos un Estado rico, por poseer extraordinarias reservas de petróleo y, amparados en un modelo económico rentista y proteccionista, asumieron el rol de promotores del desarrollo interviniendo la economía de manera desviada y corrupta; modelo que  junto al sistema político instaurado (socialismo), condujeron al agotamiento de los recursos y a la ruina, el retroceso y posterior decadencia del país.

Además del deterioro de la principal industria del país, los socialistas desmantelaron el sistema institucional asfixiando a las universidades presupuestariamente,  violando su autonomía e incorporando modificaciones en los currículos para adaptarlos a la ideología del régimen; acciones que están ejerciendo, absolutamente, mella en la calidad de la educación de  los niños y jóvenes que se forman en nuestras instituciones educativas, quienes por supuesto, posteriormente se incorporarán a las instituciones educativas universitarias para formarse como profesionales en las distintas áreas del conocimiento. 

De esta nefasta intervención y de sus consecuencias, no escapan tampoco los centros de investigación, museos, editoriales, medios de comunicación, organizaciones gremiales  y demás instituciones de la administración pública, entre otros, los cuales han sido expoliados en su esencia y fines hasta la saciedad, en el afán de minimizarla y someterlas a la dominación del régimen.  

Otro elemento a destacar en esta lista de devastaciones lo constituye la perversión de haber acabado con la paz de los venezolanos al imprimir el sello de la violencia en todos los estratos del país, acción en  la cual los jóvenes han llevado la peor parte. La violencia se ha manifestado en expresiones de maltrato verbal comenzando por los representantes de los poderes públicos y funcionarios adscritos a instituciones públicas quienes tienen el deber de velar por los derechos humanos de los ciudadanos. También y cómo un hecho de acabar con la paz, el socialismo ha implantado con rigor la violencia física a través del uso y abuso de instrumentos y acciones hostiles para contrarrestar a quienes con la convicción de sus derechos protestan y expresan sus opiniones; esto ha sido una constante en el accionar del régimen. Como prueba de ello, ha sido la represión y muertes ocasionada a los ciudadanos como resultado del uso de armas de fuego, así como el uso de la violencia física ejercida por los organismos de seguridad del estado (usados con otros fines) para controlar a los manifestantes y presos políticos por el solo hecho de ejercer sus derecho de expresarse y de protestar ante la injusticia y el abuso oficial.

El autoritarismo socialista ha ido más allá de la violencia tácita y ha dejado huellas imborrables en la psiquis de los ciudadanos. Una gran mayoría de ellos, hoy sufren de miedos recurrentes, desconfianza hacia los líderes, paralización de la sociedad para ejercer sus derechos y expresarse libremente en protestas, ocasionando intimidación y psicoterror e induciéndoles a callar, huir, asilarse o en el peor de los casos, encerrarse en sus hogares con la única intención de sobrevivir o de preservar sus vidas; una situación que los venezolanos nos negamos a aceptar por ser derechos inalienables del hombre. Con la Paz también arrasó el socialismo del siglo XXI.

Finalmente, y sin por ello pretender agotar la lista de depravaciones producto de la experiencia socialista en Venezuela, señalemos otro atributo muy particular y estampa de este régimen,  la degradación moral nunca vista en la historia de nuestro país, expresada a través de la inmensa corrupción gubernamental manifiesta; el despliegue de las mafias criminales, el uso de dádivas y medidas populistas como armas de control social para doblegar a los ciudadanos, el incremento de la burocracia para la realización de trámites, compra de medicinas, alimentos y lo más lamentable, involucrar a los funcionarios públicos comprometiéndolos y haciéndolos cómplices de actos de corrupción. Estas acciones oprobiosas y maquiavélicas han menoscabado significativamente la moral de los venezolanos, sin embargo, nuestra capacidad de resistencia y valores cultivados por nuestras familias, reforzados por el sistema educativo previo al régimen no los han mellado lo suficientemente y se resisten a ser arrasados por el socialismo. Con estas fortalezas debemos arrancar para asumir la construcción de la nueva Venezuela, está vez, bajo las orientaciones de un gobierno y sistema liberal en el cual los ciudadanos estemos conscientes de nuestros derechos pero también de nuestros deberes.

Denni Rafael León Arnesen  (@dennileon)

Coordinador estadal de Organización de @ventebarinas