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Es diputado a la Asamblea Nacional por el estado Monagas y un ciudadano que asume con fuerza los riesgos que corrió al enfrentar al régimen. Recuerda a quienes perdieron a un hijo o un padre, y remata: “Lo volvería hacer y con más pasión. Vendrán tiempos mejores”.

(Caracas 26/05/2020) Juan Pablo es un hombre que no pasa desapercibido. Oriental, como su equipo de trabajo, se hace notar a donde llega. Te da un abrazo sin conocerte y te llama “flaco” sin importar tu contextura. Jamás se queda callado cuando no está de acuerdo y aunque le fallan las rodillas, ha demostrado estar de pie donde sea y frente a quien sea.

Hacer política en Monagas, estado por donde es diputado, le costó su exilio forzado hoy en Colombia. Siempre directo y sincero, no dudó en llamar las cosas por su nombre, poniendo por delante lo que considera justo y la necesidad de hablar con fuerza contra un régimen al que califica de “malandro”.

Nueve meses separado de su familia no hacen mella en su ánimo. “El país está peor que cuando salí”, insiste antes de confesar cuánto extraña a Maturín y su idiosincrasia.

Asume con fuerza los riesgos que corrió al enfrentar al régimen y recuerda a quienes perdieron a un hijo o un padre, y remata: “Lo volvería hacer y con más pasión. Vendrán tiempos mejores”.

Y aunque su familia también lo extraña, entienden que su motivación es construir una Venezuela diferente. Su esposa, Lisbeth De García, entiende que el mayor sacrificio ha sido separarse, pero eso para nada los ha debilitado. Al contrario, son más fuerte como familia.

“Su motivo es el futuro de sus hijos y el amor a su patria. Aunque ha sido difícil separarnos, la familia se mantiene firme y con la plena convicción de que esto será transitorio y finalmente vencerá la justicia”, comenta.

Lisbeth sueña con el día que se puedan volver a abrazar y está segura de que será un momento mágico, pleno e indescriptible. Por eso, el mensaje para su esposo es que continúe luchando por la libertad. “Queremos que sepa que es nuestro orgullo y que aquí está una familia que lo apoya resistiendo y persistiendo a pesar de lo rudo que es un exilio, y que lo acompañe la fe y la esperanza”.

Juan Pablo, como cualquier venezolano que emigra, extraña todo de su país, pero tiene claro que su trabajo y el momento que está viviendo son necesarios para lograr la libertad de Venezuela.

No tiene dudas. La ruta que plantea Vente Venezuela es el que conducirá a un cambio político. “Lo venimos anunciando desde hace mucho tiempo. Sólo podremos lograr la salida del régimen con la ayuda internacional, que no es más que la conformación de una coalición internacional para poder asistir humanitariamente a nuestro país. La presencia de células terroristas, sumado a la intervención de militares cubanos, rusos e iraníes ponen en peligro al hemisferio. Al igual que la condición de Estado fallido y forajido, son elementos que justifican el accionar de la coalición internacional en misión de paz, para expulsarlos del territorio. No hay más salida. Esa es la opción”, dice.

Este es Juan Pablo García.

– ¿Qué ha sido lo más difícil del exilio?

 – “La separación de mi familia y de mi país ha sido muy duro. Pero aún más duro ha sido la pérdida que han enfrentado miles de familias de sus seres queridos por culpa del régimen, o lo que han tenido que vivir las familias de todos los presos políticos”.

– ¿Qué extraña de Venezuela?

-“De mi país extraño todo. Principalmente a mi familia, a mis amigos y a la idiosincrasia del venezolano. Y sin duda, también extraño aquella Venezuela en la que, a pesar de todo, vivíamos y teníamos todo lo que queríamos”

– Una de sus características es que no se rinde: ¿qué lo motiva a continuar?

– “Me motiva a continuar justamente lo terrorífico que estamos viviendo. Hay que sacar al país de la situación en la que se encuentra. Hay que conquistar la libertad y devolver el Estado de Derecho. Y que los ciudadanos seamos todos iguales ante la ley”.

– ¿Cuál es la ruta que se debe seguir para conquistar la libertad?

– “La ruta que se debe seguir es la fuerza. Fuerza moral, institucional e internacional. La fuerza del ciudadano, no hay otra ruta sino: fuerza”.