Hace solo unos días, mi hijo de tan solo doce años, en plena adolescencia, me decía enojado sonando desde la ventana una cacerola, luego de tener el segundo corte de luz en el día y habiendo tenido sólo cuatro horas y media de este servicio público … ‘‘¡Mamá pero nadie más manifiesta su descontento¡, ¿ Será que se acostumbraron a estar sin luz mamá?
Eso me aterró por un instante, respire hondo y con todas mis fuerzas le dije ¡hijo mío, no lo sé!, pero te aseguro que nosotros jamás nos acostumbraremos a esta situación y cada día exigiremos con más fuerza nuestra libertad por nuestro futuro y el de ellos.
Hoy, mis estimados lectores, quiero llamar su atención e invitarlos a reflexionar ante esta situación que nos oprime día a día, no podemos acostumbrarnos a nada ni a nadie, ni a lo bueno ni a lo malo, hacerlo es apagar nuestras ilusiones en la vida, es perder nuestro derecho a ser libres, nacimos libres y así queremos vivir, si lo hacemos es como morir en vida.
Morimos porque callamos y perdemos las ganas de luchar para ser libres. Morimos porque sentimos que no hay otra forma de vivir, que nuestras fuerzas están al mínimo y que en vez de protestar mejor me acostumbro y callo: ¡No lo hagas¡
Por ustedes, por sus familias, por nuestro futuro no te acostumbres, no te sientas triste, anímate para poder salvarte y salvarnos a todos de este régimen que nos oprime, los buenos somos más, y si nos organizamos como una sola fuerza interna de lucha, seremos libres, pero no te engañes, no es organizarnos para ir a unas elecciones fraudulentas con las mafias, sino organizarnos para exigir junto a la comunidad internacional la salida del régimen criminal.
La única salida es a través de una operación de paz y estabilización que nos impulse hacia la libertad, es nuestra responsabilidad y la de nuestros aliados internacionales actuar ya. Juntos lo vamos a logra