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Según fuentes oficiales, la pobreza crítica en Venezuela aumenta considerablemente día a día en nuestro maravilloso y rico país. Según estimaciones de organismos internacionales, se considera que una persona está en pobreza crítica cuando aquella no supera los dos dólares diarios para su manutención, y que en términos porcentuales alcanzamos -la penosa y triste cifra- de cerca del 80% de un total de 25.000.000 de habitantes aproximadamente, dejando por fuera a los más de cinco millones de compatriotas que tuvieron que forzosamente, dejar sus familias, sus propiedades, para emigrar a tierras extrañas, buscando una mejor oportunidad de trabajo, una mejor calidad de vida para ellos y la de sus familias. Escenarios básicos que este régimen no les permitió tener en su propio país.

Los venezolanos hemos sido bendecidos por haber nacido sobre una tierra llena de gracias; bendecida, por todas las bondades que el Señor puso a nuestros pies, en nuestras manos, frente a nuestros ojos, un país providencial, lleno de recursos y de oportunidades para todos; empero, siempre hemos carecido de verdaderos, honestos y comprometidos administradores del erario público, ¡Caramba!, lamentablemente, de eso sí hemos necesitado.

Cada gobierno, a quien le hemos confiado la difícil misión de la distribución de la riqueza, ha sido peor que el anterior. Cada nuevo mandatario lo único que hace es sembrar la esperanza en un pueblo que quiere ver prosperar y surgir en su país; ver crecer a sus hijos -aquí- en su tierra; desarrollarse profesionalmente; crecer como persona y construir la Patria Grande «Yo la hice libre, hazla tu próspera», como la que soñaba Bolívar, el LIBERTADOR de América.

Al final de cada lustro son señalados por casos emblemáticos de corrupción: unos más corruptos que otros, cuya única diferencia, son los montos de lo indebidamente apropiado; dinero saqueado del pueblo, sacado de sus bolsillos; son acusados por negocios pocos transparentes, licitaciones a dedo, pago de comisiones, contratación de empresas que pagan sobornos, partidas secretas, intereses en pagos de deudas, desviación de capitales, obras inconclusas, empréstitos internacionales, compra de mercancía con sobre-precio, contratación excesiva de personal, privilegios, viáticos, asignación de recursos a personas afines al gobierno, aumento del gasto militar, por encima del gasto en educación, tecnología y salud, y -por si fuera poco- el “Contralor” de la República y el Fiscal General, bien gracias.

Estos regímenes dictatoriales y criminales, le roban el sueño a cualquiera, son unas máquinas malignas, un sistema perverso especializado en distribuir la pobreza -y lo hacen muy bien- fíjate en ti y ahora, en tu vecino, en aquellos que rodilla en tierra, sembraban sus esperanzas en un discurso preñado de falsas promesas. Aquellos que traicionaron tu confianza, han destruido tu economía, tu capacidad de compras o poder adquisitivo, es decir ya no puedes comprar nada, te han dejado sin oportunidad de salir adelante; solo sobrevivimos con cada amanecer, al llegar el ocaso, damos gracias a Dios porque hemos superado un día más, vivimos un día a la vez, buscando el sustento para la casa: sin gas, sin electricidad, sin agua, sin control de calidad en los productos importados que comemos, porque ya no producimos nada -o casi nada-, sin medicinas, sin transporte público ni privado, porque el mayor mineral que tenemos en el subsuelo, no tenemos como transformarlo en recursos y bienestar para nuestra gente, no hay gasolina, ni ninguno de sus derivados. Han quebrado hasta nuestro principal y más productivo activo, (PDVSA). Qué triste realidad. Estos oportunistas de turno, te hicieron más pobre y te robaron tu oportunidad de progresar y triunfar.

Lo que ha pretendido este régimen totalitario es darte algunas veces el pescado y no enseñarte a pescar; masificar la educación, reduciendo la calidad, para así mantenerte siempre ignorante y engañado, diciéndote, “ser rico es malo”, “ no importa si no tienes que comer”, y así las personas se acostumbran a depender del Estado forajido, del mismo Estado, que te quitó la oportunidad que tenías de luchar y crecer en un país de oportunidades, hoy te golpea, te estruja, te exprime y más tarde te da el bálsamo, convirtiéndonos en una sociedad de flojos, desesperados, incapaces, pretendiendo que tu mente se rinda, que abandones la idea de superar tus problema por tus propios medios, sin la dependencia de nadie, solo tuya y de tu esfuerzo, capacidad e inteligencia, haciéndote creer que tus problemas y carencias deben ser resueltos por los más ricos o por el mismísimo régimen.

Apreciado lector: la pobreza, es una condición pasajera, todos tenemos oportunidad de enfrentarla y superarla, no es orgullo ser pobre, vivir en el barrio, y lo peor vivir con el rancho en la cabeza, no, estimado amigo, los gobiernos populistas exaltan la condición de pobres para mantenerte sumiso y pensando que el gobierno será de privilegios para los pobres y ya ves la realidad, solo pasan por el barrio cuando hay elecciones, eso siempre les ha funcionado, contraponiéndote siempre lo bien que viven los ricos por culpa del capitalismo y la explotación de los obreros; por eso comparto plenamente lo señalado por el economista Agustín Berrios, «Somos pobres porque nuestros dirigentes y gobernantes han sido predominantemente ignorantes en los mecanismos de superación de la pobreza y de creación de riquezas» El Nacional 1994.

Por último, es bueno recordar que las ayudas sociales (masivas) no solucionan el problema de la pobreza, por el contrario, lo agravan, ya que este dinero se refleja en el consumo y no en la producción y al existir más dinero en la calle (circulante) de nuevo se produce el alza de los precios de los bienes y servicios, por lo que es peor el remedio que la enfermedad.

La inflación, como la conocemos hoy en día, destruye cualquier capacidad adquisitiva, siendo el antídoto perfecto para formar más miseria, la forma correcta de disminuir los guarismos de la pobreza y la miseria, viene dada por la implementación de la política de estimulación de la productividad, competencia y eficiencia, generando más empleo, y por ende mayor recaudación tributaria, disminuyendo la excesiva regulación del Estado, y generando leyes que promuevan e incentiven a las empresas que mejoren la educación, para que este glorioso pueblo no se vuelva a equivocar en la nacionalidad y escogencia de su presidente.