Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

El 6 de septiembre de 1987, mi madre tenía solo 11 años cuando estaba colgando de la reja de mi casa junto a mi tío solo 2 años menor.

Uno de niño no debería recordar este tipo de tragedias. Mi abuela era madre soltera se esforzó para conseguir darle una vida digna a mí tío, y a mí madre; yo crecí escuchando toda la desesperación que se vivió en ese momento en La Cooperativa.

33 años pasaron, el tiempo cambia muchas cosas, las personas toman otros rumbos, perdí a mi tío, a mi abuela y mi madre emigró a Chile por culpa de un régimen criminal que se ha apoderado de mi país y lo ha convertido en una amenaza para el venezolano decente.

El 9 de septiembre de este año dormir era imposible, el desbordamiento del río El Limón era un hecho, no dejaba de llover y pasaron las horas, las alcantarillas colapsaron después de un rato la cañería no bajaba y el agua empezaba a entrar, no hay nada que hacer, subimos las cosas que estaban en el piso y luego de eso solo estaba sentada las 2 a. m. esperando que el río entrara, pero no pasó.

Recolectamos donativos esa semana, el equipo de Vente Venezuela en Aragua estaba comprometido a colaborar con las familias más necesitadas de la comunidad de El Limón. –Perdimos todo, no sabemos que vamos a hacer. Nadie nos ayuda, nadie se ha metido a ver qué pasó, los medios nacionales mienten- para mí era inevitable pensar que cualquiera de esas familias pudo haber sido mi abuela 33 años atrás, con todo perdido.

El 13 de octubre llovió desde las 10:00p.m. Cuando las lluvias fuertes comenzaron, me quedé despierta hasta que escampara, no pasó, y  las 3:00 a. m. volví a pensar en la gente de todos los sectores, en la desesperación de esas familias, en la mía hace tantos años, en mí y en mi hermano hoy. Ver a esa hora como a mis amigos, compañeros de partido, vecinos y conocidos se les metió el rio a sus casas, desde El limón, El Piñal, La Candelaria, La Esmeralda, Los Samanes, Rio Blanco I y II hasta Los Olivos, La Cooperativa, Palmarito, El Castaño, La Pedrera y Turmero, Santa Rita.

La calle nunca se dejó, en estos sectores el virus chino parecía absolutamente irrelevante, se volvió a recolectar ayuda y así se beneficiaron muchas familias. Vi a mis compañeros trabajar con las uñas, por gente que vivía en los techos de sus casas en sectores de mi estado que casi nadie conoce.

En El Charal, los niños no tienen la culpa de las inexistentes políticas públicas que no se aplicaron hace tantos años y no se aplican ahora. María Luisa, Mauricio y Luis, relatan que el agua les llego hasta el cuello, que luego que bajo el agua su mamá mando a arreglar los colchones y le dijeron que no se podía, que durmieron en el suelo, despertaron trapeando el piso. María, Mauricio y Luis, son hermanos y el mayor tiene 13 años.

“Las pérdidas solo fueron materiales” ¿Pero se puede recuperar cuando tienes una tiranía violándote los derechos humanos? Sin gas, sin luz, sin agua, con poca comida, con sus muñecas pegadas en lo alto de la pared –por si acaso se mete el rio otra vez-, con un libro a penas, un cuaderno y un lápiz. Ahí estaba Nairobi en su ventana, estudiando, una niña con una letra hermosa, con una convicción tan grande como la esperanza de cada venezolano que apuesta su país. Yo solo veía a mi alrededor, pero después de recorrer tanta destrucción y ver tanto dolor, ver a esa niña fue recordar a mi abuela, a mi madre, a mí. Fue fuerza, saber que aún con el río en los tobillos, levantando otra vez la bandera de Venezuela y del lado correcto de la historia. Juntos lo vamos a superar.

@Mariafallocca

Coordinadora de Organización de Vente Joven Aragua