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Como profesional tengo el deber y el compromiso de seguir trabajando en la reconstrucción de Venezuela, pero, también existe la necesidad de denunciar el calvario de los servicios públicos y la atroz situación que hoy vivimos los venezolanos, pues, son muchos elementos que acaban con lo más preciado que tenemos hoy, la vida.

Venezuela es el octavo país en el mundo con reservas probadas de gas natural, Rusia e Irán encabezan la lista. En Suramérica estamos por encima de Bolivia y la cifra aproximada de la reserva es 210 billones de pies cúbicos (dato oficial hasta el año 2019, según Gaceta Oficial No. 41.648), pero hoy a pesar de las reservas, atravesamos una escasez de gas sin precedentes. El servicio de gas doméstico y comercial en Venezuela es atendido en forma mayoritaria por PDVSA, tanto por las filiales de PDVSA Gas Comunal (GLP), como PDVSA Gas (Metano). El gas metano llega por tuberías de distribución y el propano se recibe en bombonas.

El 89 % de la población venezolana utiliza el propano como combustible para cocinar, y en términos geográficos posee gran importancia, debido a que no hay gasoductos hacia regiones como los Andes o los Llanos. A nivel social y económico el impacto del gas propano, naturalmente, es muy grande: es lo que permite que la gran mayoría de los venezolanos pueda cocinar.

Sin embargo, he podido conversar con algunos colegas ingenieros y expertos; se habla de que hay abundante gas Metano, pero con el propano sigue incrementando su escasez, pero ambos sufren la misma deformación por distintos factores: malas prácticas en sus operaciones de extracción y distribución, el manejo inadecuado de los yacimientos, el deterioro en la infraestructura de esta industria y la pérdida de las propiedades originales del gas, necesarias para la extracción efectiva de propano.

Mientras el país no pueda hacer las grandes inversiones que son necesarias para construir nuevas redes de distribución de gas metano, hay que importar el propano, de manera que cubra el déficit que tenemos hoy y aplicar nuevas tarifas. Hay que recuperar las infraestructuras de extracción y fraccionamiento de gas natural licuado y apoyarse de nuevas tecnologías, cuentan mis amigos colegas.

Si hablamos del Zulia, cada vez más en sectores de Maracaibo, casas de familias se ven en la necesidad de cocinar con bombona, ojo -los que aun cuentan con ahorros de dinero-, y otros con leña, todo esto se suma a la larga lista de problemas en servicios públicos de la ciudad, (electricidad, transporte y el costo del cilindro de gas); en las comunidades ubicadas al oeste de Maracaibo desde hace años, el gas doméstico por tubería “brilla por su ausencia”, lo que la obliga a comprar bombonas o leña para poder preparar sus alimentos.

He escuchado y leído a algunos por allí, que en el sector «Los Plataneros» se vende “un combo” de leña a un costo de tres dólares.

Está situación nos pone en alerta, y a todas las organizaciones, quienes hacemos un llamado de atención para cuidar las mínimas necesidades ambientales en la región.

De los mismos creadores del misil de Amuay y el debacle petrolero, están los que volvieron leña a PDVSA gas, degradando a la población con el fulano «Plan leña Venezuela», una estrategia para seguir en la vejación ciudadana ante las dificultades de distribución del gas domestico.

Por allí, un fulano mayor general del ejército dijo; «Vamos a cortar los árboles que están en las represas y con los compañeros políticos, vamos a repartir leña a las personas. Hay que buscar soluciones a los problemas que nos aquejan». Y yo le digo a ese general, que parte de la solución está en que dejen de usurpar las instituciones y cedan los cargos a personas que si conocen el manejo de la red de gasoductos y de la industria. Necesitamos una metamorfosis que de una vez por todas ponga fin a tanta violación de derechos y al padecimiento humano que está efectuando el régimen de Maduro.

El desabastecimiento de gas doméstico es otro de los servicios públicos que ha empeorado en el país, dada la crisis económica y la debacle de la industria petrolera. Algunos venezolanos han podido paliar la situación adquiriendo cocinillas eléctricas, pero muchos han tenido que recurrir a improvisar fogones, y a la compra o búsqueda de leña para cocinar, esto por razones económicas y por los prolongados cortes eléctricos que padecen zonas de Táchira, Lara, Trujillo, Mérida, Falcón, Protuguesa y Zulia, el Occidente del país siempre ha sido el más afectado.

«Los venezolanos necesitamos vida y libertad, es un derecho fundamental».