Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Recientemente me ha tocado conversar con muchos ciudadanos que me contactan preocupados por el devenir político nacional. Confundidos en unos casos y en otros tantos con muestras de agotamiento mental al borde de la desesperanza. A todo ellos les he manifestado mi confianza de que al final de este laberinto encontraremos la libertad. Entendiendo sí, que no todos los caminos nos conducen a ese destino.
Hacer algo, no significa hacer cualquier cosa.

Para derrotar al régimen que usurpa el poder es imprescindible presentar una fuerza que implique una verdadera amenaza real sobre la tiranía, una que nos permita nivelar, e inclusive superar sus capacidades para neutralizarnos. Solo así lograremos un efecto disuasivo sobre factores del conglomerado criminal que nos oprime, para finalmente derrotarlos.

Así que no es tiempo de vacilaciones. Las acciones son las que nos definen, no los obstáculos, las circunstancias, ni el sufrimiento, triunfaremos sobre la base de nuestra determinación. El problema de los demócratas ha sido la falta de voluntad política para hacer lo necesario para vencer a los enemigos de nuestra libertad.

Reflexionando sobre la llamada a una consulta popular, convocada por factores de la oposición, y que de acuerdo a información ventilada a través de una columna de opinión del periodista y ex diputado Miguel Angel Rodríguez, quien manifiesta que estarían afinando “unas preguntas más enérgicas y claras para La Consulta Popular”, me veo en la obligación de recordar que la Asamblea Nacional es la depositaria legítima de la soberanía popular que emana del artículo 5 de nuestra Carta Magna.

Son nuestros representantes legítimos y reconocidos por más de 60 países. Dentro de sus atribuciones está la de autorizar el uso de fuerzas externas para colaborar con el país, de acuerdo a lo consagrado en el Artículo 187, numeral 11. De manera que no hay nada que consultar, para dar mayor legitimidad a un planteamiento que la Constitución ya tiene contemplado. La Asamblea Nacional estaría actuando dentro del marco de sus competencias legítimas conforme a las disposiciones Constitucionales y en base al reconocimiento actual, ¿Porqué arriesgarse a un futuro incierto, donde quienes los reconocen hoy, no necesariamente podrían estar mañana?

Un componente importante de nuestra crisis de liderazgo radica en la falta de voluntad política para hacer lo que se debe hacer. Guaidó es el presidente interino reconocido por los mismos países que reconocen la legitimidad de la Asamblea Nacional, entonces el presidente de la Asamblea Nacional y encargado de la presidencia interina, tiene toda la legitimidad necesaria para, de manera similar a la que invocó la doctrina de Responsabilidad de Proteger (R2P), ante un foro con representantes de los países presentes en la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA 2020), tiene la potestad y responsabilidad de promover e invocar a través de su cuerpo diplomático ante los representantes de los países que forman parte del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), las gestiones necesarias para invocar el artículo octavo del tratado que contempla la conformación de una coalición de países para que nos asista en una misión de paz.

La banalización de las propuestas presentadas por la alianza Soy Venezuela y por la Fracción 16 de Julio, ante la legítima Asamblea Nacional, es un irrespeto a los proponentes y muestran una dejadez y desprecio al sufrimiento de los venezolanos. Estas propuestas han sido presentadas una y otra vez, desde hace casi dos años y nunca siquiera se han dignado a ser discutidas en la plenaria. Esto huele muy mal. Se han refugiado en la vieja práctica marxista de la dialéctica para discutir, sin responder los serios planteamientos que se han presentado, una y otra vez.

Por esta razón, lo responsable en estos momentos es hablar con la verdad, aunque sea dura. No quisiera pensar que les da vergüenza mostrar su verdadera intención y preguntar lo que verdaderamente les interesa, que es lograr el reconocimiento después del 5 de enero, tal como se desprende del exhorto a la comunidad internacional para ratificar el reconocimiento a la tesis de continuidad administrativa de la actual Asamblea Nacional, aprobado en el Acuerdo por el cuerpo legislativo:

“El documento aprobado exhorta a la Organización de las Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos, Unión Europea y a toda la comunidad internacional a continuar respaldando a esta legítima Asamblea Nacional y a su Presidente Juan Guaidó, como expresión de la voluntad popular manifestada en las elecciones del 6 de diciembre de 2015 y acompañarlos en el proceso de celebración de la consulta popular.”

Ante esta realidad, me veo en la obligación de aclarar mi visión sobre el concepto de unidad, que muchos plantean de buena fe. La unidad que bien reconozco el valor estratégico que puede significar para derrotar al régimen, sólo es posible entre quienes compartimos los mismos objetivos y propósitos. No se trata de unirnos para estar juntos o simular que estamos haciendo algo, es para efectivamente hacer lo que nos corresponda para poner fin a la era del terror en Venezuela.

Mientras tanto debemos ocuparnos de buscar, encontrar, acumular y organizar todas las fuerzas que sean necesarias, para luego articularlas a favor de la sublime causa de conquistar la libertad.

 

@PGalvisVE