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El régimen despótico de Nicolás Maduro y sus secuaces (sumemos aquí a quienes respaldaron el más que viciado dizque proceso electoral de este 6 de diciembre) acusan el resentimiento por el enorme yerro cometido, al pretender darse un aire de legitimidad en la búsqueda incierta de la prolongación de su mandato (del secuestro más evidente y cruel que se haya conocido en Venezuela de todos los poderes del Estado).

Me baso en Miranda por ser mi área vital cercana, pero lo proyecto, como ocurrió realmente a todo el país. Lo sucedido se presta a múltiples interpretaciones, todas ellas negativas para los propósitos de los secuestradores de poderes. Legitimidad no tendrán más. La ciudadanía se les rebeló abiertamente, no acató llamados desmedidos de la profusa propaganda: radial, televisiva, por redes, en vallas, con desafortunadas visitas con alimentos o sin ellos. No se dejó manipular ni amedrentar; no se dejó extorsionar, ni se dejó coaccionar. La ciudadanía se le plantó cívicamente, de nuevo, pero más profundamente que en 2015, a la voraz tiranía.

En Miranda, como en el resto del país, salieron con las tablas en el coco. Guaicaipuro, Carrizal (el llamado del alcalde, previo reconocimiento de la vergonzosa derrota, fue patético) y no se diga el más del 80% de abstención de Los Salias, demuestra que en Los Altos no lograron los objetivos, como diría aquel muerto. Y peor aún, tampoco en El Tuy, ni en ninguna otra zona del estado. Para nada los ciudadanos atendieron los llamados de otrora líderes como Enrique Mendoza, uno de esos supuestos hitos mirandinos tristemente derrumbados, o el de candidatos que merecían algún respeto, como Alonso Medina, ni hito, ni nada. Cae la manipulación de la tiranía y con ella arrastra a quienes se prestaron vilmente a la farsa. Con un financiamiento abrumador de no se sabe dónde, aunque uno por supuesto elucubra, imagina, y seguramente, maquiavélicamente, acierta. Algunos no podrán restablecerse luego de este arrastramiento. En Miranda, como en el resto del país, ganó la abstención y la deslegitimación del régimen moribundo.

¿Y quien obtiene la ganancia política? La verdadera oposición. Quienes no se vendieron. Quienes no se cuadraron con el despotismo. Más allá del formidable voto castigo, para nada desestimable debido al abandono de todos los servicios; a lo planteado con la gasolina, la inflación, los alimentos, el gas, la electricidad, el dólar, el bolívar, el efectivo, la tragedia educativa o del trabajo, de todo lo mínimo concerniente a la vida diaria venezolana; mucho más allá de eso, el ciudadano siguió, como arma defensiva y cívica, la orientación política de la oposición, que aunque a muchos sorprenda, fue unida en la (in) acción provocada por los líderes opositores: no se prestó al fraude, no fue a votar.

Queda no sólo interpretar los valiosos resultados para la democracia, sino buscar y plantearse las acciones indispensables para la salida definitiva de este régimen moribundo, con la guiatura e indispensable apoyo internacional. No es poco que cerca de 50 países o más desconozcan, ahora con mayor cantidad de razones, el secuestro del voto. Queda escuchar de nuevo el fuerte llamado de los venezolanos: con la tiranía y sus secuaces nada. Fuera con ellos. Ganó la apuesta por la democracia y por la libertad. ¿Cuándo se cobra ese triunfo teórico en la realidad?