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Sin ánimo de realizar un profundo análisis en el campo de las corrientes historicistas en el plano socio-político venezolano, es pertinente tener presente los datos relevantes que caracterizaron el ejercicio de dichos fenómenos, considerando el efecto que causaron en nuestra realidad, acotando que no me corresponde emitir juicios de valor en atencion al lo que el filósofo Kant denominó «el constructo bipolar «bueno o malo», sino desde una perspectiva situacional, de tal modo que, quien lea, examine y construya sus propias consideraciones.

En orden a lo anterior, de antemano destaco que la denominada era republicana venezolana, la cual, según nuestros historiadores, arranca en 1811 con la declaratoria del acta de independencia, fue marcada de manera importante por un caudillismo militarista, tomando en cuenta que más allá de las manifestaciones políticas expresadas por los ciudadanos de entonces, recogidas en el campo de los derechos políticos y ciudadanos, la reacción guerrerista del dominio español provocó que dicha ciudadanía respondiera en función de sostener la declaración de libertad con la consecuente guerra de independencia.

A propósito de esto, algunos estudiosos y escritores de la historia de Venezuela, han sostenido que la era caudillista militarista finalizó con la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez (1958), sin embargo, dichos estudiosos tendrán que actualizar sus datos a fin de pronunciarse dentro de los protocolos histórico-científicos que lleven a determinar si el etiquetado «caudillismo militarista» en realidad finalizó con Pérez Jiménez o se mantuvo soterrado en los cuarteles siempre con la intención de controlar el poder político en combinación con agentes civiles que poniéndose un disfraz de políticos y amparados en estructuras de partidos establecieron castas de poder.

En consecuencia, tomando en cuenta que el fenómeno político vincula campos tan extensos de la realidad de todo país a saber, que mediante este se procuran y ejecutan los proyectos, planes y programas inherentes al aprovechamiento favorable de bienes y servicios en beneficio de la ciudadanía, es de considerar que es a esta y no a uno o pocos sectores de la sociedad, llámese partidos políticos, clanes, castas, o tribus, a quienes solamente les compete tener el estricto control de los bienes que son de todos. Es aquí donde la sociedad civil informada, formada y educada en función de los asuntos publicos debe tomar bandera.

En ese sentido, lo antes dicho forma parte de los contenidos de la operación para la estabilización donde se considera que la ciudadanía organizada, en tanto que sociedad civil, debe asumir el rol que le corresponde para construir una sociedad democrática basada en los principios de libertad renunciando así, a todo tipo de caudillismo llámese militarista o político populista.

En conclusión, es urgente y necesario que la ciudadanía informada y formada para el abordaje de los asuntos publicos, con idóneo sentido de democracia tome en cuenta la realidad, poniendo fin al modelo consistente en la mezcla de castas de poder caudillista, instaurando el orden que estabilice y equilibre las fuerzas de la ciudadanía en función de la paz.

Abogado, Msc. en Ciencias Penales
Secretario político municipal – DEM Barinas
@AsdrubalRomer16