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(Villa de Cura. 16/12/2020) En Venezuela llevamos más de 20 años viviendo circunstancias complejas y muy duras, a partir de la llegada al poder de un sistema cuyo objeto es el poder por el poder mismo, la destrucción, y el absoluto control. Nos hemos visto afectados en lo familiar, en lo profesional, en lo personal, en lo político. No es objeto de esta reflexión mencionar la infinidad de situaciones irregulares y dolorosas que se han ido sucediendo una tras otra, pero sí hemos de precisar que ha sido así por diseño, buscando que perdamos de vista nuestra esencia individual y ciudadana, que dejemos de enfocarnos en nuestras verdaderas causas de vida, en nuestros proyectos de futuro. Nos rodearon de destrucción, de muerte, de violencia.

Ante cada dificultad, hemos intentado, como seres lógicos que somos, aferrarnos a interpretaciones que no nos hagan sentir tan vulnerables, que nos hagan pensar que no estamos tan mal. Y junto a ello, hemos intentado también salir de la crisis descrita a través de todas las opciones “institucionales” disponibles a nuestro alcance. Todas.

Ahora bien, la única manera que hemos encontrado en Vente para comenzar a salir de esa oscuridad, ha sido entenderla bien. Saber hoy, que estamos frente a un sistema criminal, mafioso, con profundas vinculaciones con lo peor de las corporaciones criminales del mundo, nos ha hecho darnos cuenta de que no podremos solos, y que es imprescindible elevar la voz para que también fuera de nuestras fronteras alcancen a ver lo que ya nosotros sabemos, porque lo sufrimos literalmente en carne propia, y así logremos articular una fuerza externa apalancada en el principio de Responsabilidad de Proteger, que se conjugue con nuestra fuerza interna, para desencadenar la esperada Operación de Estabilización y Paz que logre sacar a Venezuela de esta tragedia en la que está sumida, acción que indudablemente también beneficiará a la región, porque dicha operación neutralizaría el nodo principal del actual entramado del mal que pretende avanzar de nuevo para tomar el control de la región.

Ahora bien, una vez comprendido el problema a profundidad, y la enorme dificultad que acarrea resolverlo, lo siguiente que debemos hacer, cada día, es recordarnos por qué nos dedicamos a esta tarea, cuál fue la razón de ser que nos movió a enfocar nuestra vida en lo que ahora hacemos. No es irrelevante ni superficial esta segunda reflexión, pues las angustias y agobios del día a día –en todos los aspectos de la vida- generan un ambiente de incertidumbre en el que eventualmente nos desenfocamos, y desviamos en consecuencia la energía del objetivo que realmente hará el cambio, quedándonos con lo coyuntural. Es decir, creemos que hubo un cambio cuando en realidad no ha sido así.

Y es allí donde debemos hurgar dentro de nosotros, buscando la causa de origen, la razón de ser, aquella fuerza que te hace movilizarte, aquella pasión por la cual luchas a satisfacción, a pesar de las dificultades, y que te hace que siempre te inclines por ella, por encima de ofertas menos complicadas de asumir o más atractivas en términos de menores costos personales e incluso familiares. Aquella causa en la que no quieres quedarte afuera, porque quieres sentir la satisfacción de haber sido parte. Es la finalidad por la que haces las cosas, por la que te levantas cada día y tienes la energía y las fuerzas para seguir, no sólo tú, sino que logras motivar a tu equipo contigo. Esta condición convierte a nuestra lucha en una lucha existencial, ya que va al ser, a la transformación desde adentro.

Generar esa clase de certeza en sí mismo, le da a tus palabras una fuerza apasionante que se transmite, y por ende, propicia la construcción de equipos confiables, porque en esa construcción tratamos de que nuestros compañeros también encuentren esa razón de ser que los motive a seguir mejorando, avanzando en sus responsabilidades y alcanzando metas que incluso van mucho más allá de los números y las estadísticas. De eso se trata. De perspectiva, convicciones, coherencia, consistencia y razón de ser.

Por eso es esencial esa búsqueda y esa permanente reflexión para retomar el curso, teniendo la razón de ser como faro. En el momento en el que se conjugan esa razón de ser, las ideas, las visiones y las certezas, en ese momento se avanza, se construye, se genera ese incentivo de luz, de referencia, aún en medio de la coyuntura más oscura. Y no se trata de algo romántico o académico, es hasta concreto y responsable, porque en nuestras manos está la transformación real del país, por lo que mal podemos hacerlo de forma inadecuada. Estaríamos fallándole al mismo país que decimos querer transformar.

Hay quienes piensan que eso es inalcanzable porque no es concreto, que no tiene atractivo porque aparentemente no se ofrece nada tangible. Y es todo lo contrario, desde mi punto de vista, sin confianza, sin certezas, y sin finalidades compartidas, no importa lo tangible que se pueda ofrecer, no será duradero. Se acabará pronto, y tendrás que volver a empezar, con el agravante del tiempo y los recursos perdidos, y el desgaste en tu consistencia, credibilidad y liderazgo. Además, no hay nada más tangible que ofrecer al ciudadano la posibilidad de ser parte de la construcción del futuro luminoso para nuestro país al que tanto queremos, nada más tangible que la certeza de que confiamos en sus capacidades y talento, que lo respetamos, y que por ello queremos que sea parte directa de esa transformación.

Y se preguntarán a estas alturas ¿cuál es mi razón de ser? Pues mi razón de ser, es que sí es posible hacer y vivir la política partidista de forma radicalmente distinta a lo que conocemos hasta ahora, no sólo lo vivido en los últimos 20 años, sino incluso desde hace 60. Mi razón de ser es que Venezuela puede –y tiene todas las oportunidades para- convertirse en una Tierra de Gracia, donde el ciudadano sea el eje, el centro, y el Estado mínimo y limitado esté a su servicio, propiciando oportunidades para el autodesarrollo y prosperidad de cada ciudadano, y yo quiero ser parte de quienes lo logren. Mi razón de ser, es que es factible que el ciudadano recupere la confianza en la política partidista, para lo cual la coherencia, la consistencia y la claridad de visión son imprescindibles, y deben ser una regla fija en nuestra actuación cada minuto en cada espacio y lugar donde estemos. Mi razón de ser es que es posible, desde la ciudadanía, plantearse la responsabilidad de comprometerse con el hecho público, y activarse para incidir en dicho cambio.

Para mí, eso significó hace unos 11 años, sumarme a trabajar en función del liderazgo de otra ciudadana que decidió en 2010 dedicar su vida al servicio al país desde lo político, como diputada ante la Asamblea Nacional. Posteriormente, esa reflexión nos llevó en conjunto a fundar un partido político totalmente distinto, construido a pulso propio desde la ciudadanía, con ideas, principios y valores ciudadanos y liberales, inéditos en el país, con una innovadora forma de relacionarse con la ciudadanía organizada, y con una propuesta clara y concreta para el país: el libre desarrollo. Un partido que ha cumplido sus primeros 8 años, y que ha crecido en forma determinante en todo el país, apalancado justamente en esa coherencia y en esa diferenciación con lo existente.

Un partido que ha nacido y crecido en medio de la más cruenta época de la vida de nuestro país, y que precisamente, porque desde hace años conocimos y hemos dicho con claridad cuál es la causa real del problema, nos hemos dispuesto a buscar –y trabajar duro hasta lograrlo- la verdadera solución, que no es otra que el cambio de sistema político desde la raíz, lo cual genera enormes resistencias en quienes se conforman con un poco de maquillaje del status quo conocido.

He allí la importancia de mantener permanentemente la mira puesta en nuestra razón de ser, como antídoto eficaz para que la vorágine política que vivimos no nos empuje a pensar que es más práctico poner la coyuntura antes que dicha razón de ser. Por ello, aunque debo confesar que a veces puede ser agotador, cada día me levanto y sé claramente lo que debo hacer. No importan las distracciones o los obstáculos que aparezcan o que nos pongan delante, tengo claro cuál es el foco, y me dedico a avanzar con todas mis energías en lo que se requiere para lograrlo, para que dicho cambio se arraigue desde la ciudadanía, y en consecuencia se haga invencible, eliminando la fatal posibilidad de que cuando alcancemos la libertad, no logremos sostenerla, y retrocedamos para volver trágicamente a lo que nos trajo hasta aquí. Es mi razón de ser y mi compromiso.

Catalina Ramos (@caramos61)

Coordinadora Nacional de Asociaciones Ciudadanas de Vente Venezuela