Recordemos que la huelga iniciada por los petroleros el 4 de abril del 2002 y secundada por la CTV y Fedecámaras el 9 y 10 de abril, la gran marcha del día 11 y el desconocimiento de la Fuerza Armada al responsable de la masacre de ese día, obligaron a Chávez a renunciar. A su regreso pidió perdón, pero poco le duró el arrepentimiento, por lo que el clima se volvió a caldear y se desencadenó otra huelga el 2 de diciembre de ese mismo año.
Esta huelga fue apoyada por todos los partidos y ONG que integraban la Coordinadora Democrática, por la CTV y por Fedecámaras. Esta vez los petroleros no tomamos la iniciativa como en abril, pero sí nos sumamos apenas se convocó. Los objetivos declarados eran: 1- Exigir adelanto de elecciones. 2- Establecimiento de una Comisión de la Verdad y 3- Presionar para que avanzara la Mesa de Negociación y Acuerdos. Sin embargo, en la mente de todos estaba la renuncia de Chávez. ¿Qué se logró? : 1- Que el Ejecutivo aprobara la realización de un referendo revocatorio y 2- que la OEA aprobara la Resolución 833 la cual insta al gobierno venezolano a «… velar por el respeto y a preservar el libre ejercicio de los elementos esenciales de la democracia…. Respeto a los derechos humanos y al Estado de derecho… pleno disfrute de la libertad de expresión… abstención de estimular la confrontación política y la violencia…». No se logró la renuncia del autócrata y muchos ciudadanos resultaron afectados por la huelga.
En relación a la de 1936 Betancourt refiere que «Nos dejamos impresionar por la marea ascendente de la calle y prolongamos la duración de la huelga más allá de lo que se había fijado. Y como no señalamos una salida insurreccional el conflicto terminó por replegarse y deshacerse». La del 2002, por distintas circunstancias, también se prolongó indebidamente. Ambas son ejemplos de irresponsabilidad de los inquilinos de Miraflores y de luchas cívicas.
Para los petroleros la huelga fue un deber para no ser cómplices de las irregularidades administrativas en Pdvsa y para cumplir como ciudadanos. Nosotros sí visualizamos los avances del totalitarismo. Otros todavía están miopes.
Como en botica: Recomendamos el libro «El año que vivimos en las calles» de Carlos Ortega y Alfonso Molina. Mi reconocimiento y solidaridad con los luchadores Ortega y Carlos Fernandes. ¡A votar el 8D! ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!